martes, 7 de octubre de 2014
Retomo de nuevo la sección de entrevistas MARÍA pregunta a... y en esta ocasión lo hago con un personaje que estoy segura, posee la llave que a muchos nos gustaría tener a la hora de encontrar un puesto de trabajo a medida, me refiero a GUZMÁN MARTÍNEZ GRIÑÁN, un ser afable y servicial que atendió al instante mi petición y me envió estas elaboradas e interesantes respuestas para mi entrevista, pero, en lugar de desvelaros todos los "encantos" de este profesional, mejor que sea él mismo quien nos los confiese.
1.-¿Cómo definirías tu labor dentro del apartado de R.R.H.H.?
Acabo de cumplir 20 años en la función de RRHH. En todo este tiempo he tenido la oportunidad de poder pertenecer a importantes empresas familiares y multinacionales de diversos sectores y nacionalidades (Grupo Mavike, Tarmac Iberia, Holcim y actualmente Leroy Merlín). Ello, ha facilitado mi aprendizaje de diferentes culturas corporativas y valores. En mi trayectoria he podido pilotar diferentes proyectos estratégicos (procesos expansivos y apertura de nuevos mercados, redimensionamiento de estructuras, procesos de gestión del cambio, proyectos de empresa y valores, procesos de due diligence, etc.) lo que me ha enriquecido personal y profesionalmente. Aunque poseo un perfil generalista, mi labor, a lo largo de los años, ha basculado en función del cambio de prioridades en el área de RRHH. Unos primeros años más centrados en responsabilidades a nivel jurídico-laboral, para enfocarnos posteriormente, en la parte de desarrollo del talento (planes de formación, evaluación de potenciales, gestión del desempeño, planes de carrera, planes de sucesión, etc).
Esta evolución, tuvo su punto de inflexión en mí, hace ya algunos años, al conocer a nivel profesional a una gran Coach que me introdujo en este poderoso método de aprendizaje y desarrollo. Me regaló mi primer libro de coaching “El arte de soplar las brasas”, el cuál os recomiendo, ya que sigue muy vigente en la actualidad. Por ello, entiendo que a nivel profesional la formación en coaching es para los Responsables de RRHH un elemento de gran valor añadido.
2.-¿Qué te hizo elegir lo que haces?
Quizá lo que más hubiera valorado cuando estudiaba hubiese sido un buen asesoramiento en orientación profesional. Por ello, este es un tema que me apasiona. Todavía muchos de nuestros universitarios no han realizado un buen trabajo de autoconocimiento para descubrir aquellas fortalezas que nos dotan de un talento especial para ser excelentes, relevantes y diferentes. El autoconocimiento es la base del desarrollo. A diario lo sigo descubriendo todavía en muchos procesos de selección que piloto, incluso en directivos con mucha experiencia. Así como poder descubrir aquella vocación que todos llevamos dentro, para conseguir que tu trayectoria profesional sea un auténtico disfrute (vocación=“vacación”).
En este sentido, en mi plano personal me defino como una persona con una gran iniciativa social, humilde, cercano y que empatizo fácilmente con los demás, Disfruto ayudando a los demás a conseguir sus objetivos, generando entornos de confianza. Soy un apasionado del aprendizaje. Mis dos lemas son: “La distancia entre tú y tus metas se llama actitud” y “uno envejece cuando deja de aprender”. A su vez, me gustan los proyectos empresariales dinámicos que suponen afrontar distintos retos. Ello me hizo encontrar en el departamento de RRHH un lugar poder desarrollar aquello que deseaba. En este sentido, todos mis estudios siempre han ido orientados a esta área.
3.-¿Recuerdas qué sentiste la primera vez que tú eras el que estaba al otro lado de la mesa?
A pesar de ser una persona con un buen nivel de autoconfianza, no podré negar que la primera vez que me encontré como candidato, viví las mismas sensaciones que todo ser humano en esa situación (nervios, ansiedad, incertidumbre, etc.). Por ello, desde mis primeras entrevistas como seleccionador, en el otro lado de la mesa, me ha parecido estratégico hacer sentir a un candidato importante, siendo puntual en su recibimiento, dedicarle el tiempo que se merece, ser transparente con la información, y hacerle sentir cómodo y relajado. Debemos tener en cuenta que un candidato puede que no llegue a ser empleado, pero de nosotros depende que siga siendo cliente y que transmita a su entorno un buen feedback de nuestra compañía como imagen de empleador.
4.-A la hora de seleccionar a un candidato, ¿te guías solo por lo que dice su C.V., o le das cierta importancia sobre el resto a su perfil personal?
Por supuesto, nuestro primer filtro debe ser su parte personal (valores, intereses, referentes, etc.) para comprobar su identificación con nuestra cultura corporativa.
Estamos atravesando unos momentos de grandes cambios y transformaciones en todos los entornos. Hemos pasado de pensar en un empleo para toda la vida, a vivir diferentes experiencias profesionales, lo que llamamos ahora “itinerarios líquidos”, es decir, personas que a lo largo de su trayectoria profesional ocupan diferentes roles (empleados por cuenta ajena, autónomos, interim manager, etc.). El futuro más inmediato nos depara personas de diferentes perfiles que van a convivir en las organizaciones desarrollando proyectos y con distintas vinculaciones. Ello va a ocasionar un menor compromiso con las organizaciones. Por consiguiente, el reto para los próximos tiempos es la fidelización del talento. Actualmente, hay mucho talento “secuestrado” en las empresas que cuando cambie el entorno emprenderán nuevos proyectos profesionales. Para ello, es fundamental intentar seleccionar empleados que “vivan” los valores de la compañía y nuestro foco como empresa debe ser alinear sus objetivos personales con los de la compañía. Actualmente, se está produciendo una inversión de la conocida Pirámide de Maslow y las personas están priorizando otros intereses como la conciliación, el buen ambiente de trabajo, el desarrollo profesional, las oportunidades de promoción por encima de otros como el salario o la estabilidad laboral.
Asimismo, como reclutadores, las nuevas tendencias nos llevan al empleo 2.0 a través de las redes. El Cv tradicional ha quedado obsoleto, ya que solo nos indica los conocimientos y experiencia profesional que el candidato dice que posee, pero no nos demuestra sus competencias profesionales, sus logros conseguidos o sus objetivos profesionales y motivaciones. Es importante como candidatos poner en valor lo que sabemos, podemos y queremos hacer, generando nuestra propia marca personal. Vivimos en un mundo paretiano (20/80 Vilfredo Pareto). Aproximadamente el 20% de los profesionales que integran las compañías son los que aportan el 80% del valor de las mismas. Como decía Tom Peters en 1997 “o te diferencias o te extingues”. De nosotros depende salir de la llamada “zona de confort”. Este 20% suele disponer de un perfil de talento con un buen liderazgo, habilidades intra e interpersonales, y buen control emocional. Además son generadores de cambio, emprendedores, resilientes, y poseen conocimientos en idiomas y del entorno 2.0.
Creo que en el entorno actual se pide que un profesional de RRHH pase de adoptar un rol más de gestión u operativo a otro mucho más estratégico. Para ello, debemos salir de las “trincheras” y ser facilitadores de todos los cambios que a nivel de innovación y tecnología se están produciendo. Cuestión que conlleva ahondar en conocimientos 2.0, impensables en nuestra profesión hace algunos años. Debemos pilotar estos cambios junto a los Managers de las Compañías.
Por otro lado, aquellos profesionales de nuestra área con formación en coaching, considero que podrán aportar mucho más valor añadido a las organizaciones, desarrollando la figura del líder resonante, es decir, aquellos con un perfil más inspirador o democrático.
Asimismo, debemos colaborar con estos Managers en la gestión del talento interno en las organizaciones. Esta es una apuesta muy necesaria y es una cuestión de “creer para ver”.
6.-Qué es lo que valoras más en la relación con otras personas, ¿la sinceridad, el honor, la amabilidad, la entrega, la simpatía, el altruismo o el colaboracionismo?
Sin ninguna duda la confianza. Considero que de todos los valores, destaca especialmente como metavalor la confianza. Muchas organizaciones han desarrollado la gestión por confianza y este es un elemento esencial de cohesión entre la relación manager-colaborador. En esta relación existe una cuenta corriente de confianza. Cuando el Manager cumple sus promesas, empatiza con su equipo y atiende a sus necesidades se produce un saldo positivo en el balance. Por el contrario, cuando un manager ejerce un liderazgo autocrático y antepone sus objetivos a los de su equipo se produce un saldo negativo. Lo relevante es que recuperar los niveles positivos perdidos conlleva mucha dificultad, ya que cuando se produce esto, se genera un desarraigo o falta de compromiso del colaborador hacia su manager y la compañía. Asimismo, también me identifico con otros valores como el respeto, la honestidad y la generosidad.
7.-Sabemos que el fútbol te apasiona, de hecho has sido árbitro de 2ª División, pero a parte de ese deporte, ¿cuál elegirías en el que veas cierto paralelismo con tu vida?
La vida me brindó la oportunidad de ser árbitro de fútbol durante 21 años. Empecé con 14 años y alcancé la categoría de 2ª división, formando equipo arbitral con Mateu Lahoz, actual árbitro internacional. Esta faceta de juez deportivo a tan temprana edad me supuso madurar rápidamente a nivel personal. He tenido la oportunidad de poder actuar en numerosos estadios de la geografía española, visitar muchas ciudades y conocer algunas grandes personas de las que guardo buena amistad. Cuando finalizó esta etapa en mi vida pude dedicarle más tiempo a mi familia y a la labor de ser padre. Gracias a ellos, por su apoyo y comprensión, y por transmitirme día a día la energía necesaria para lograr todos mis objetivos.
1982 Encuentro Málaga-Real Sociedad |
Actualmente soy socio colaborador de la fundación Deporte y Trasplante que dirige el ex árbitro y amigo Carlos Sanz.
En los últimos años, paralelamente al desarrollo de mi parte más espiritual, he practicado pilates y meditación. Asimismo, me gusta realizar spinning o running como ejercicio cardiovascular.
8.-Si pudieras pedir dos deseos, uno para ti y otro para otra persona, ¿qué pedirías?
En ambos casos conseguir nuestros objetivos personales y profesionales, y crear y alcanzar nuestra felicidad, ayudando a los demás en la medida de nuestras posibilidades. La generosidad nos enriquece y nos hace un poco más grandes.
Creo que vivimos en un mundo demasiado estresante, y a veces, dejamos de disfrutar y apreciar los pequeños detalles cotidianos. Es importante, pensar en global y que todos nuestros objetivos contemplen también a nuestra parte personal (pareja, familia, etc.), ya que solo el equilibrio en todos los aspectos nos facilitará el alcanzar las metas más rápido y de mejor modo.
9.-¿Te gustaría añadir alguna cuestión más dirigida a la Comunidad?
Pedir a todo el mundo que visualice y cree sus propios sueños, que con actitud y persistencia pueden convertirse en realidad. Como dijo Albert Einstein, "el genio se hace con un 1% de talento y 99% de trabajo (actitud)".
Finalmente, agradecer a todas las personas de mi entorno el continuo apoyo que me brindan a diario.
10.-Y por último, Guzmán, ¿qué te parece este espacio?
Quería felicitarte por este espacio de opinión que facilita conocer e interactuar con otras personas, así como agradecerte la oportunidad de participar en el.
Si quieres ponerse en contacto con GUZMÁN MARTÍNEZ GRIÑÁN lo puedes hacer a través de:
E-mail: Guzman.MartinezGrinan@gmail.com
REDES SOCIALES
GuzmanMtnez
guzman.martinezgrinan
/guzmanmartinez
*Si tu deseo es darte a conocer al resto de miembros de la Comunidad, envíame un e-mail a: mserralba@gmail.com, o bien, un privado en mi perfil de Facebook.
lunes, 6 de octubre de 2014
Cuando uno se siente motivado, ello genera una dosis de ilusión que, por muchas horas o trabajo que se tenga, llegas a soportarlo. Aquel tipo tenía razón en todo lo que me dijo el primer día de trabajo, cuando me citó en su despacho para transmitirme sus órdenes. «Si a un individuo le motivas, le potencias el talento humano que tiene innato, ello contribuirá en gran medida en la calidad de sus resultados». Al ver a mis compañeros notaba que esa filosofía era tangible, que el hacer todo bien e intentar cada vez mejorar en ello, te hacía sentirte bien, un triunfador y, así me sentía yo, el rey de las manzanas.
Durante los siguientes años nos empezaron a visitar empresas del sector para ver como trabajábamos, y al mismo tiempo conocer nuestro secreto y, todos, se marchaban felicitando nuestra labor y a nuestros directivos por lo bien que habían sabido llevar las cosas. Aunque fuera una fábrica de manzanas, yo notaba que era mucho más que eso. Mis jefes habían encontrado el equilibrio entre el crecimiento y la necesidad de evolución social. El presente y el futuro iban de la mano para que aquello no dejase de funcionar y, nosotros, piezas indispensables de aquel entramado, nos sentíamos importantes y, creo que, en parte, todo se debía a la confianza que nuestros superiores habían depositado en nosotros, la cual era recíproca y, que sumaba a valores como la ética y la transparencia, hacían que formáramos un equipo capaz de todo. Estaba claro que el trabajo en equipo era sumamente importante en mi fábrica al igual que su producto estrella, las manzanas.
Hace unos meses he sido propuesto a formar parte de la directiva de la empresa, y estoy orgulloso, no por ello, sino porque de esa forma podré mantener intactos los principios que me transmitieron sobre esta filosofía. Alcanzar unos objetivos es una labor diaria que, una vez emprendida, no se debe dar marcha atrás. Eso mismo hacía en la huerta cuando, una vez plantada la simiente, mi objetivo era que el manzano creciera y diera sus frutos. Ahora estoy sumergido en otro tipo de cultivo, el de la mejora continua, y eso solo se consigue como cuando era agricultor, con dedicación constante, rendimiento regular y una rápida respuesta cuando surge algún contratiempo.
Un día que tuve valor y confianza suficiente para hacerlo, toqué al despacho de mi superior y le formulé una simple pregunta:
—Me gustaría preguntarle algo que siempre me ha causado curiosidad –le comenté.
—Usted dirá, Sr. J., sabe que le responderé con toda sinceridad.
—¿Por qué me eligió a mí? ¿Por qué me ofreció precisamente a mí aquel día este trabajo?
Tras unos breves minutos de meditar la respuesta, mi jefe me respondió sonriente:
Tras unos breves minutos de meditar la respuesta, mi jefe me respondió sonriente:
—El primer día que le vi no pensé en nada, ni tampoco me fijé en usted, es más, ni sabría decirle que cara tenía, iba con prisas y lo único que me preocupaba realmente era que me había olvidado la bolsa de manzanas en la fábrica, y que volvía a casa con las manos vacías. Mi hija es apasionada de este fruto, a ello se debió mi decisión de crear una fábrica donde tratásemos con él, sin embargo, ese día opté por comprárselas a usted para disimular mi omisión, pero los resultados no fueron los esperados…
—¿A qué se refiere con que no fuero los esperados? ¿Es que se le volvió a olvidar las manzanas en el maletero del coche? –le pregunté.
—No, nada de eso, cuando llegué a casa le entregué a mi hija la caja, y nada más verlas, se lanzó a probarlas. Al segundo mordisco empezó a dar saltos de alegría a mí alrededor; ya sabe usted como son los niños de expresivos cuando algo les encanta. Pues bien, sus manzanas, según la teoría de mi hija Gema, eran mucho mejores que las mías, prácticamente perfectas. Aquel hecho me dejó pensativo toda la noche, incluso probé una de las suyas a la hora de cenar y, en verdad, tenían un sabor excelente, al igual que su apariencia, a pesar de ser de la misma clase que las mías, entonces, ¿qué es lo que las hacía tan diferentes? En ello me quedé pensando hasta casi al amanecer. Cuando llegó el fin de semana, me propuse volver a aquel lugar. Unos vecinos del pueblo me dieron sus señas y así fue cómo acudí a su casa de campo.
—Sí, Sr. J, estuve en su casa o, más bien debería decir que estuve próximo a su casa, ya que no quería que usted me viera. Le observé andando por su huerto oteando cada uno de sus frutos, limpiando sus impurezas, espantando a las moscas y a los pájaros, y añadiendo agua al riego en aquellos ejemplares que lo requerías, solo así me di cuenta en qué se diferenciaban sus manzanas de las mías.
—¿Y qué conclusión obtuvo de todo ello?
—Pues muy sencillo. Mientras que las mías pasaban por cintas transportadoras, máquinas de selección y un sinfín de artilugios tecnológicos, las suyas eran tratadas con mimo, con esmero y con dedicación desde su inicio y, eso precisamente es lo que me hacía falta a mi empresa. Hasta el momento había empleado mucho tiempo en conseguir objetivos y ratios de productividad que por sus altibajos, no desencadenaban en ninguna parte, así pues pensé que, si empleaba más dedicación en escoger adecuadamente la procedencia del producto, a mis empleados y su formación, y, potenciaba sus cualidades innatas aplicadas a las necesidades de la fábrica, admitiendo que ellos pudiesen transmitirme también sus propias ideas sobre dicho tema, entre todos, podríamos alcanzar un resultado positivo. Esa perfección que mi hija, a simple vista, había detectado en sus manzanas, y que yo no hice, con mi mirada analítica que tan solo se paseaba por estadísticas, fue lo que me hizo tener en cuenta que cada paso en el proceso era igual de importante de principio a fin.
Algunos años han transcurrido desde aquel casual encuentro a pie de carretera con mi superior, y he de confesaros que nunca hubiese imaginado que la vida me iba a dar tal vuelco. Pero de todo ello me quedo con lo positivo, con las conversaciones en su despacho, con la camaradería de mis compañeros aceptando mis debilidades y elogiando mis habilidades y, con la sensación de ser afortunado al haberme puesto en el camino de aquel desconocido, que supo ver en mí algo que yo siempre había potenciado sin saber, y que no era otra cosa que mi deseo de superarme a mí mismo, día a día, aunque no sabía cómo, pero él sí.
<----- Leer el inicio del relato
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©María Serralba
—Buenos días, buen hombre —me dijo muy amablemente—. Seguramente no se acordará de mí, soy el que le compré manzanas la semana pasada.
¿Que no me iba a acordar de él?, que chistoso, más bien había sido difícil no olvidarme de él, que no es lo mismo -pensé decirle-, pero al final no le respondí, en lugar de ello esperé a ver qué era lo que quería aquel tipo en esta ocasión.
—He preguntado en el pueblo, y me han dicho que estas manzanas las cosecha usted mismo, que son de su huerto, ¿es eso cierto?
—Así es, con estas manos, esta inteligencia que Dios me ha dado, y este sol que me achicharra todos los días y, por supuesto, siempre que el lumbago me lo permite —le respondí con tono sarcástico.
—Pues están buenísimas. A mi hija le han encantado, hasta tal punto, que me ha dicho que cada vez que pase por aquí le llevé una caja de sus manzanas.
¡Vaya!, si al final el tipejo va a resultar que tiene corazón -pensé, pero mis pensamiento fueron interrumpidos al oír que se dirigía de nuevo a mí.
¡Vaya!, si al final el tipejo va a resultar que tiene corazón -pensé, pero mis pensamiento fueron interrumpidos al oír que se dirigía de nuevo a mí.
—En verdad me gustaría hacerle una oferta.
—¿Una oferta? ¿A qué se refiere? El precio es el que es, no puedo bajar ni un céntimo más el kilo o, al final, voy a tener que comerme yo mismo mi propia producción.
—Tranquilo, hombre, que no me refería a eso. Mi oferta consiste en saber si le interesaría trabajar en una fábrica en lugar de hacerlo como lo hace, aquí, a pie de carretera expuesto a cualquier peligro.
—Pues claro que me gustaría, estoy en esto toda la vida y nunca me he visto como ahora, pero ya ve, a mi edad, es complicado que me ofrezcan un puesto de trabajo.
—En eso tiene toda la razón —me respondió—, aunque también es cierto que la creación de empleo es importante para reducir los desequilibrios sociales. Y yo, para contribuir en ello, podría ofrecerle un puesto de trabajo en mi fábrica, si usted está dispuesto.
Aquello era verdaderamente sorprendente, un tipo como aquel, trajeado hasta las pestañas, y que por comer mis manzanas había decidido darme un trabajo, a ver, ¿quién se lo iba a tragar cuando lo dijese en la taberna del pueblo? Efectivamente, nadie, pero era tan cierto como que el sol me estaba dando en el cogote, y que las plantas de mis pies empezaban a hervir sobre el asfalto como huevos fritos.
Sin esperar mi respuesta, aquel hombre continuó hablándome.
—Ya sé que usted no tiene preparación alguna, pero creo que en mi empresa podría encajar perfectamente, siempre y cuando esté dispuesto a aceptar el desafío.
Pues claro que estaba dispuesto y así se lo hice saber a aquel individuo. A la semana siguiente estaba trabajando para él. El desafío que me proponía era permanecer en una de las naves de su fábrica seleccionando precisamente ¡manzanas! Cuando vi todas aquellas cintas transportadoras, llevando de un lado a otro de la nave cientos de miles de manzanas, casi me da un infarto. Si con mi huerto de cinco árboles ya me volvía psicótico, ¿cómo iba a cuidar de todas aquellas manzanas? Está claro que en muchas empresas emplean una filosofía de trabajo más enfocada al individuo que a la producción en sí, ya que este, en un principio, es el motor que genera que todo el conjunto pueda funcionar y avanzar con una mejor constante, pues bien, allí se empleaba este tipo de filosofía, la de la excelencia. Cada paso que se daba no era sin pensar, todo tenía una razón intrínseca, así fue también a la hora de asignarme una tarea. Mis ojos, desde pequeño, estaban tan habituados a diferenciar las piezas defectuosas de las perfectas, que empecé realizando dicha labor. Al principio me sentí un poco confuso, pero con el tiempo, llegué a adaptarme al lugar y a los cambios de tareas. Hacía lo que siempre había hecho, aunque resguardado de las inclemencias del tiempo, y sin el agobio que me suponía llegar a casa todos los días sopesando si había vendido suficientes manzanas o no para alimentar a mi familia. Además, podía seguir oliendo mis preciosas manzanas siempre que lo deseara.
Antes de iniciar el turno de entrevistas a personaje sumamente interesantes que nos rodean, en mi sección MARÍA PREGUNTA A..., he creído conveniente ofreceros un aperitivo, algo que está muy relacionado con el educativo e instructivo mundo de los #coach y #consultores, tanto personales como de empresa, por supuesto en versión relato, pero estoy segura que estos profesionales sabrán extraer el "jugo" que está implícito en él; a ver si alguno se anima, y comparte con nosotros su visión del mismo, si es así, que me envíame sus impresiones a mi correo para que pueda publicarlas.
Hoy vamos a hablar del Sr. J, pero… ¿quién es este individuo?, os preguntaréis, pues fácilmente podría ser cualquiera de nosotros, sin embargo, el Sr. J se caracteriza por ser de esas personas que, de no ser nadie, supo aplicar no solo en su vida, sino también en su negocio, principios básicos que todos conocemos, pero, mejor, leamos primero su historia.
Hoy vamos a hablar del Sr. J, pero… ¿quién es este individuo?, os preguntaréis, pues fácilmente podría ser cualquiera de nosotros, sin embargo, el Sr. J se caracteriza por ser de esas personas que, de no ser nadie, supo aplicar no solo en su vida, sino también en su negocio, principios básicos que todos conocemos, pero, mejor, leamos primero su historia.
Hola amigos, soy el Sr. J, aunque toda la vida me han llamado Jaime, el de las manzanas.
Mi historia comienza en una tarde de sol insoportable. Me encontraba a pie de carretera vendiendo mis manzanas a todo aquel que pasaba con su vehículo cuando, de repente, uno de esos alocados conductores frenó en seco junto a mí, bajó la ventanilla del copiloto, e inclinándose sobre dicho asiento, vi como extendía su mano señalándome las cajas de manzanas que tenía perfectamente apiladas a mí alrededor.
—¡Deme unas manzanas! —me dijo casi en un grito.
Acostumbrado como estaba a que algunos vehículos parasen y, tras bajar sus ocupantes, mantuvieran una breve charla conmigo mientras yo les servía unas cuantas de aquellas esféricas y suculentas piezas de fruta, aquel tipo resultó del todo inusual, por no decir hasta estúpido. Ni se había dignado a bajar del coche, y mucho menos acercarse hasta donde yo me encontraba para, amablemente, y, tras decirme el «buenos días» de rigor, hacer su adquisición, así que decidí hacer odios sordos a su petición y giré mi cabeza hacia otra parte, pero ni con esas, aquel tipo no se dio por aludido, ni se movió, es más, volvió a insistir.
—¡Oiga!, que le he preguntado que, ¿a cuánto tiene las manzanas?
Si no fuera porque necesitaba el dinero para mi familia, a buena hora le hubiese respondido, pero, al fin, haciendo de tripas corazón, le contesté, aunque para contrarrestar su desaire, elevé en unos céntimos el importe del producto con respecto al precio que solía ofertarlo a los demás.
—De acuerdo, póngame una caja —me respondió tras decirle el importe del kilo, pero no contento con hablarme a través de la ventanilla, me pagó, y a continuación me indicó con un simple gesto, que yo mismo fuera el que le cargara en el maletero del vehículo la caja.
Nada más hacerlo pisó a fondo el acelerador, levantando con ello una gran polvareda que durante unos minutos me impidió seguirle el rastro con la mirada, solo lo logré cuando ya estaba a varios metros de distancia de mi posición. Rojo y con una pegatina de «Me gusta pescar», es lo único que pude memorizar de las características de aquel diabólico cuadrilátero con ruedas, eso, y el regusto amargo que me dejó el haber sido tratado como un «Don Nadie».
Uno de mis pensamientos ha sido siempre, que para ser un ganador, he de actuar de forma sostenible, es decir, mantenerme en mi sitio, no dejarme amilanar por menudencias como estas, así que proseguí con mi labor hasta el mediodía. Y pasó la semana sin incidente alguno. Las ventas seguían siendo esporádicas y yo, gracias a mi cosecha de manzanas —mi planificación mensual de tantas manzanas, tantas cajas, tantas semanas, tanto necesito—, y mi estrategia de ventas, podía seguir ayudando a mi familia, pero cuando llegó el lunes siguiente, de nuevo recibí la visita del desconocido. En esta ocasión su frenada fue más suave y controlada que la vez anterior, no tuve que retroceder hasta casi caerme en la cuneta y, tras parar el motor del vehículo, me sorprendió bajando de este y aproximándose hasta donde yo me encontraba.
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