sábado, 13 de septiembre de 2014
viernes, 12 de septiembre de 2014
Está claro que cuando alguien te crea para que cumplas una misión, no espera que esta sea de tu agrado, sino más bien que la cumplas sin más y, sobre todo, sin rechistar, o, al menos, eso es lo que se espera de unas simples muletas como nosotras, pero antes de proseguir nuestro relato pemitid que nos presentemos, somos Pili y Mili, las muletas de María Serralba. Desde hace unos días compartimos piso con esta escéntrica de la escritura y ni os imagináis que supone eso.
El día que vinieron a recogernos estábamos super relajadas. Hacia algunos años que nos habían relegado casi al olvido, tras haber hecho las delicias de un niño impulsivo que no hacía más que subir y bajar escaleras a toda velocidad, sin tener en cuenta que, nosotras, estábamos allí precisamente para ayudarle y no, para que aporrease contra el suelo nuestras partes blanditas cada vez que nos cogía desprevenidas, pues bien, tras su mejoría ¡al fin! nos dieron vacaciones, pero vaya vacaciones mas cutres. Desde entonces, ya hace muchos años de ello, hemos permanecido afincadas en una planta baja de una casa antigua, junto con varias cajas de cartón, rotuladas por todas partes con letras mayúsculas indicando su contenido, sin nadie que nos limpiara el polvo, ni nos sacase al exterior a dar una vueltecita. Una completa injusticia. Menos mal que los milagros existen y de repente, nuestras plegarias fueron escuchadas, aunque más tarde nos arrepentiríamos de ello.
"¡Cristiano Ronaldo!", exclamé yo excitada...
Una mañana soleada de septiembre, vimos aparecer una sombra en la habitación donde nos encontrábamos. ¡Un humano!, susurró Mili. ¡Cristiano Ronaldo!, exclamé yo, excitada ante la posibilidad de ver hecho realidad mi ansiado sueño de siempre, que CR me abrazara con sus musculosos brazos. Pues no, estaba claro que no teníamos suerte, efectivamente lo que entró era humano, pero... ¿a qué no adivináis quién era? pues nada menos que aquel niño que tanto nos había hecho padecer, aunque ahora estaba muy cambiado. Su estatura se elevaba hasta el techo y estaba lleno de pelos por todas partes, hasta en la cara, ¡Dios Santo!, que horror. Efectivamente nuestro inquisidor había crecido, se había convertido en un hombre y, ahora, ¡venia a por nosotrasss!
Siempre hablan del temor del enfermo ante la incertidumbre de saber si volverá o no a andar, pero... ¿y del temor de la muleta? nadie habla nunca de ese miedo y lo tenemos, ¡vaya si lo tenemos!, pues bien, ese temor se iba a hacer latente en el momento que topásemos con nuestra nueva fustigadora, María.
Nuestra querida amiga María -y decimos "querida" por lo bajinis por si nos está escuchando-, se hizo una rotura gemelar. Dicen que es muy dolorosa y requiere tiempo y paciencia, mucha paciencia, cosa que, por lo que hemos visto hasta ahora, ella no tiene, así que mi hermana Mili y yo estamos pasando por un auténtico calvario.
Nada más poner los pies en su casa vimos la cara de horror de María, al tiempo que la escuchamos decir a los que la rodeaban que ella, no estaba por la labor de llevar muletas, que aquello era una total complicación, y que le habían frenado en seco la actividad. ¡Que alegría! ¡Que felicidad más grande! no vamos a tener que hacer nada -nos dijimos mi hermana y yo convencidas-, así que decidimos relajamos un poco a la espera de nuevos acontecimientos.
Esa misma mañana María nos cogió y empezó a practicar por el largo pasillo de su casa. Todavía no controlaba el impulso, y poco más y cae de bruces contra el suelo. Mi hermana Mili y yo nos desternillamos de la risa mientras pensamos lo torpe que era aquella mujer. Para nuestra sorpresa no se amilanó y volvió a retomar las prácticas. Paso, muleta, paso, dos muletas, ¿paso, paso, muleta muleta? Algo no cuadraba. Al menos con ella no estábamos aburridas, así que seguimos dejándola hacer, y contemplando como luchaba con una de nosotras mientras a la otra, la dejaba tirada por cualquier parte de la casa para luego, tras verse impotente, volver a por ella refunfuñando entre dientes y a la pata coja. Se notaba que de niña había jugado bastante a este juego llamado "tranco", ya que, poco más y prescinde de nosotras, pasándose todo el día brincando como un canguro de un sitio a otro de la casa.
Nuestra jornada laboral continuó, al tiempo que seguíamos escuchándola resoplar, maldecir y acordarse de casi todo el santoral a cada intentona que hacía, sin embargo, llegada la tarde, fue sentarse en su silla de escritorio y, como si se tratara de un bálsamo de aceite, empezó a saborear un humeante té y, repentinamente, sus protestas cesaron. ¡Milagro!, ¡milagro!, esto es un verdadero milagro, pensamos mi hermana y yo. ¡Uf!, que alivio, vaya plasta de tía nos había tocado, aunque, en parte, nos daba un poco de pena. Era tan evidente que era la primera vez que le pasado algo parecido, que, la pobre, luchaba con todas sus fuerzas para que aquello no cambiara su ritmo cotidiano, pero era inevitable, nosotras ya habíamos visto esas primeras reacciones de impotencia e inconformismo en otros enfermos y, ella, no iba a ser diferente, así que viéndola tan centrada ante su ordenador, mi hermana y yo aprovechamos para desconectarnos por un momento de nuestra inquisidora, y seguir cotilleando por el balcón, donde María nos había dejado "aparcadas" minutos antes.
"¡¡Por fin!! un poco de aire fresco", me dijo Mili, respirando profundamente la brisa que se colaba por la ventana del despacho de María. "¡Y sol!", le respondí yo.
"¡¡Por fin!! un poco de aire fresco", me dijo Mili, respirando profundamente la brisa que se colaba por la ventana del despacho de María. "¡Y sol!", le respondí yo.
CONTINUARÁ...
Prevenida de la jornada que me esperaba, cargué las pilas tanto de mi cámara, como de mi móvil, y, sobre todo, de mi persona, y pasando de convencionalismos, me calcé mis super deportivas y me predispuse a iniciar la nueva etapa del día que era a los monasterios de San Millán de la Cogolla. Pero, ¿qué parte de todo ello debo omitir, y cuál trasladaros, si toda ella fue una experiencia maravillosa?, sino, juzgad vosotros mismos.
Con un paraje natural como el que se ofrecía ante mis ojos, el éxito de mi visita estaba más que asegurado, ahora, lo que realmente me preocupaba era quedarme sin batería suficiente en mi cámara para poderlo captar todo, así que me acerqué al monje que pasaba por allí y le soborné con una jarra de cerveza, a cambio, de que rezara alguna plegaria a mi favor.
Una recomendación: si decidís ir de visita, primero sacad las entradas para visitar el de Yuso y luego, el pase para el autobús que sube al de Suso, así no perderéis el tiempo ni tendréis que guardar excesivas cola. Aunque no está en el recorrido del Camino de Santiago, es fácil que encontréis a algún que otro peregrinos que cargados de sus enormes mochilas y, apoyados por sus bastones, se pasen por allí para luego, retomar la ruta jacobea.
Al llegar temprano a la ubicación que muy amablemente me había indicado la persona que me atendió de Información y Turismo, no tuve problema alguno, y me dio tiempo suficiente para pasear por los alrededores antes de iniciar las visitas guiadas. Una escultura de hierro simulando un pergamino y una pluma, te indicaban mediante una inscripción, que estabas en la tierra donde se remontaba los orígenes de la lengua castellana.
El toque continuo de un claxon, nos anunció que ya había llegado nuestro transporte. Pocas plazas, apretados, y con una subida en zig-zag, fue el breve pero intenso recorrido que realizó nuestro minibús hasta la ladera de una colina cercana, allí se encontraba ubicado el Monasterio de Suso.
A estas formas rocosas que parecen cogollos, es a lo que debe su nombre San Millán de la Cogolla.
Pero antes de pasar a explicaros más cosas sobre el monasterio, quiero aclarar, que para muchos, el tema de los nombres de Yuso y Suso crea cierta confusión. ¿Quién es quién? Pues muy sencillo, una vez que los ves se te aclaran rápidamente las dudas, no obstante deciros, que la palabra Suso, en castellano antiguo, que ya está en desuso, significaba arriba, y la palabra Yuso, abajo, con lo cual queda aclarado dicho enigma.
martes, 9 de septiembre de 2014
Y ¡al fin! estoy en LOGROÑO y, como bien indican las señalizaciones, es la Capital de la Rioja. Lo curioso fue que, nada más llegar, esta ciudad me transmitió una paz tremenda. Algo similar me sucedió hace unos años en la ciudad alemana de Berlín, lo que me hace pensar que quizás tenga mucho que ver en ello el trazado de sus calles -rectilíneas y casi planas-, y la ubicación de las mismas. Los que saben de la teoría ancestral del Feng-shui podrían dar luz a mis suposiciones, pero eso lo dejaré para otro post y ahora, mejor centrémonos en el viaje y en contaros las peculiaridades que observé en mi breve estancia en esta bella ciudad.
Si hubieses venido la semana pasada, María, hubieses tenido que llevar pantalones largos y alguna prenda de abrigo.
Eso fue lo que me dijeron unos turistas que encontré por allí y que casualmente, eran de la zona de Levante. Es muy probable que el sol viniera de polizón escondido en mi maleta, y también el calor, la cuestión es que esa semana, la temperatura por aquellos lugares había subido considerablemente y, quitando a algunos que preferían el frescor habitual, para el resto, que procedíamos de zonas más calurosas, fue prácticamente como estar en casa.
Hay una cosa que siempre tengo clara cuando voy a hacer turismo y es, que si no dispongo de mucho tiempo, lo mejor es centrarse en lo que todos ven, así que para ello me procuro algún mapa o guía turística. Suele haber en los hoteles o en las oficinas de Información y Turismo. También dejo un tiempo para el paseo y la contemplación, y para degustar la gastronomía del lugar y recoger con los sentidos la esencia del sitio visitado, y eso solo se consigue mezclándose con sus gentes y dejando el reloj, el móvil, y todo aquello que te conecta a lo cotidiano, dentro de la maleta antes de salir del hotel, tal como hice yo.
El toponimio de LOGROÑO, tal como se conoce, procede de la palabra con raíz celta "GRONIO", que significa vado, haciendo alusión a su nacimiento junto al río Ebro. Romanos, celtíberos y godos fueron, además de mi humilde persona, otros de los habitantes-visitantes-invasores que pasaron por aquel lugar.
A todo ello debemos añadir los cientos de miles de peregrinos que a diario recorren sus calles buscando esta curiosa "flecha amarilla" para seguir el CAMINO DE SANTIAGO, ya que este cruza por el centro de la ciudad, una ciudad que invita a los instantes de tertulias en las terrazas, aprovechando el entorno de edificios emblemáticos que están por doquier.
De la antigua fábrica de tabacos se conserva su chimenea. Igual sucede en muchas de las ciudades de España donde estas construcciones tubulares han terminado por formar parte de su patrimonio turístico.
También nos encontramos sus calles porticadas, algunas de reciente construcción y otras, donde cada viga de madera encierra vestigios de cómo era la vida en otros tiempos.
También nos encontramos sus calles porticadas, algunas de reciente construcción y otras, donde cada viga de madera encierra vestigios de cómo era la vida en otros tiempos.
De la antigua ciudad de Logroño podemos destacar su importancia debido a su fabulosa situación fronteriza, la cual abarcaba los reinos de Navarra, Aragón y Castilla.
Logroño es la menor de las 17 autonomías españolas y todo lo que corresponde a su región se gestiona desde este hermoso edificio, antiguo convento, y que, con posterioridad, pasó a convertirse en cuartel, hospital militar, almacén, prisión y fábrica de tabacos. Ahora es donde reside la sede del Parlamento de la Comunidad Autónoma de La Rioja.
Del resto de sus monumentos podría contaros muchas cosas, además si te gusta pasear, lo tienes fácil en Logroño ya que los pasos te van llevando de un lugar a otro sin a penas darte cuenta y, si por esas casualidades te despistas, siempre está el buen samaritano que te dice dónde puedes ver algo más, igual que me sucedió a mí, que pasé por debajo de este arco que forma parte de una fortificación llamada Revellín, sin haberme dado cuenta que sobre él estaba esculpido el escudo de Carlos V.
Si he de mencionar algunos lugares destacados, no puedo omitir los religiosos. Iglesias, conventos y catedrales solían aglutinar en aquellos tiempos la mayor cantidad de tesoros y obra de arte. En Logroño hay diversas muestras de todo ello, aunque el exterior de estas construcciones también tienen ciertas singularidades.
Destaca la Concatedral de Santa María de la Redonda, con sus lámparas de lágrimas, la sillería repujada del coro, sus paneles de figuras esculpidas en alabastro y, por supuesto, sus fastuosos retablos de capillas anexas y del altar mayor, todos ellos te dejan sin respiración. Entre los mausoleos destacados está el del General Espartero y su esposa Doña Jacinta y como retablo curioso, el de la capilla de los Reyes Magos, con hornacinas donde se guardan sus tocados y turbantes.
Destaca la Concatedral de Santa María de la Redonda, con sus lámparas de lágrimas, la sillería repujada del coro, sus paneles de figuras esculpidas en alabastro y, por supuesto, sus fastuosos retablos de capillas anexas y del altar mayor, todos ellos te dejan sin respiración. Entre los mausoleos destacados está el del General Espartero y su esposa Doña Jacinta y como retablo curioso, el de la capilla de los Reyes Magos, con hornacinas donde se guardan sus tocados y turbantes.
Los detalles de las casas, sus balcones, y la decoración de piedra exterior, las hacen muy atractivas a la vista de los turistas, con deciros, que me quedé sin batería esa misma tarde, y eso que todavía me faltaba casi la mitad del recorrido. Pero, no todo es turismo, también te puedes encontrar con curiosidades como estas, fachadas o laterales de edificios donde artistas anónimos han plasmado así su arte, aunque empleando, eso sí, temas alegóricos del lugar. Frases como esta: "El camino de Santiago se hace por etapas" y en la cual han tachado la "e" y han dejado lo de "tapas", es algo que te hace sonreír. O bien la otra, donde el cuerpo tatuado de un hombre reúne todos los sellos de los albergues de peregrinos, algo sumamente original, y os puedo asegurar, que visto de cerca estaba dibujado hasta el más mínimo detalle.
Siguiendo el recorrido, o debería decir la flecha amarilla, ya que me la encontraba por todas partes, me adentré en el casco antiguo, hasta que mi atención se vio atrapada por una forma oscura y picuda que sobresalía del restos de tejados de los edificios, ¿eso tan raro es un campanario?, me pregunté, pues no, en realidad se trataba de la torre de la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio.
La denominación de "imperial" se debe precisamente al cimborrio en forma de corona imperial. El Emperador de las Españas, Alfonso VII, fue el que ordenó su construcción, donando sus posesiones a la orden del Santo Sepulcro, así pues, mientras hacía mis fotos estaba emocionada, nada menos que estaba pisando, no solo suelo sagrado, sino el que habían pisado caballeros de las primeras órdenes religioso-militares que existieron en la Edad Media.
Y continué mi recorrido, aunque, para entonces, el calor, muy seco, se hacía notar. Cuando ya lo daba todo por perdido, ¡voilá! de repente me topo a la vuelta de la esquina con mi salvación, la fuente de los peregrinos, Uno, dos y tres intentos y nada, a ver quien era el valiente que podía accionar el mecanismo de la fuente, por que yo, con mis escasas fuerzas, no pude, así que no tuve más remedio que recurrir a una persona que coincidió conmigo en aquel lugar y, mientras ella lo presionaba, yo bebía. Pobres peregrinos, si todos eran como yo, más de uno no habría llegado a visitar el Santo, de ello estoy segura...jajaja.
Cuando terminé con mi lucha con la fuente, junto a ella me encontré con un gigantesco juego de la Oca. El tablero era el suelo, donde habían dibujado el nombre de algunas de las localidades más destacadas de la Rioja, y, los dados, mejor ni probar a cogerlos ya que estaban pegados al suelo, haciendo la función de asientos para el descanso de los turistas, pues bien, junto a él se encontraba la Iglesia de Santiago el Real.
Rematando su fachada está la gigantesca figura de Santiago matamoros, pero en su interior te sorprenderá con otro de sus tesoros, la cripta. Quizás no os llame la atención a nivel ornamental, pero a nivel histórico tiene y mucho. Se supone que en ella se realizaban enterramientos cristianos cuando la legislación romana prohibía hacerlo en las ciudades. ¡¡Que emocionante!! en aquellos instantes me pareció revivir escenas de mi novela LA ESTRELLA PÚRPURA, donde se mencionaba algo similar.
Un largo paseo por sus avenidas repletas de frondosos árboles, me preparó para afrontar la ruta del día siguiente, que sería precisamente a la zona de la montaña, la ruta de los monasterios.
En esta oquedad puse la palma de mi mano para conectar con este precioso ejemplar y os aseguro, que nos entendimos a las mil maravillas.
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