lunes, 7 de abril de 2014
Hola María:
Ya veo que sigues con una agenda muy apretada, como la gente importante que tiene cosas importantes que contar y transmitir. Me alegro si te va bien y lo estás disfrutando.
viernes, 4 de abril de 2014
Hace poco hice MI PRIMER CURRÍCULUM VITAE, sí, amigos, como lo leéis, y me sentía tan nerviosa como si se tratase del día de mi comunión. Nunca me había hecho falta hacerlo ya que nada más finalizar mis estudios, un trabajo tras otro se fue poniendo en mi camino, así que no sabía ni por donde empezar.
Mientras buscaba la inspiración me decidí por empezar con algo sencillo, como por ejemplo, la foto, tarea ardua si tenemos en cuenta que todas las que poseía eran de presentaciones de mi libro, comuniones, cumpleaños, etc., es decir, eventos familiares y cotidianos en los cuales sueles esbozar una sonrisa de oreja a oreja por que no te preocupa nada, lo cual no da lugar a compasión alguna en pro de tu situación, así que haciendo unos "apaños" sin photoshop, conseguí ajustar una, que a primera vista parecía la más adecuada.
Elegí el apartado de PERSONAL para continuar poniendo mi nombre (el verdadero), apellidos, dirección, población, etc., etc., así hasta concluir con mi dirección de correo electrónico y mi número de móvil. Luego llegó el temido momento, el de poner los DATOS ACADÉMICOS, en el que tendría que relacionar mis estudios, centros donde los había ejercido y las titulaciones. Había pasado tanto tiempo desde entonces, que lo único que recordaba mi memoria era las salidas en plena carrera al patio del colegio, para disfrutar bajo el sol del cuarto de hora que nos permitía la señorita; los bocadillos que me hacía mi madre para almorzar y que siempre se los quedaba la más avispada de mi clase; el horroroso uniforme que con el paso de los años, se fue quedando más y más pequeño, y por supuesto, el olor a chuches de la tienda de enfrente del cole, que peseta a peseta -de aquel entonces-, terminó haciéndose de oro. Así que haciendo un gran esfuerzo, rebusqué en el cajón de los documentos antiguos y, milagrosamente, encontré mis títulos de E.G.B. y cursos superiores... ¡Vaya!, si soy perito... ¡ja, ja, ja!, y no me había enterado.
Hoy era día de ponerse taconazos de 15 centímetros, dejar que la melena de ovejita Dolly flotara al viento y dirigirse a saludar a un buen amigo escritor, y eso precisamente ha sido lo que he hecho acudiendo a la presentación del libro “Gimena, el sueño de una tortuga” de mi buen amigo Gabriel Terol en el Instituto Alicantino de Cultura “Juan Gil Albert”.
Aunque ya lo tengo localizado en facebook, Gabriel y yo todavía no nos habíamos conocido en persona, y os puedo asegurar que ha sido toda una experiencia.
Debido a mi mente volátil, es difícil retener mi atención más de cinco minutos de seguido a no ser, que lo que capten mis sentidos, en este caso el del oído, sea de sumo interés, y así ha sido la exposición que Gabriel nos ha ofrecido sobre su trabajo. Con mención a #Kafka y a #Aristóteles incluida, este filósofo estudioso del taoísmo y escribiente me ha dejado sin palabras, que ya es difícil…jajaja, tanto es así, que le he saludado con el típico Kon'nichiwa (buenas tardes en japonés) en lugar de Xiàwǔ hǎo como se diría en chino, la lengua que él tan bien conoce.
En el minuto cuatro, ya estaba absorta en su elocuencia y fluidez dialéctica y en el cinco, en los entresijos de su obra. Argumento, mensaje y ritmo, este último en todo el sentido de la palabra ya que su novela utiliza de diapasón los compases de piezas musicales archi conocidas, es lo que promete al lector un Gabriel concentrado en sus sicofonías filosóficas, en sus puntualizados silencios realizados exprofeso para argumentar mejor la siguiente frase que nos va a lanzar a bocajarro y que no es otra, que tras leer su novela todo quedará develado, o no.
Si ha sido un placer acudir a esta cita, presupongo que será aun mayor el placer como lector, de desgranar cada pieza de este intrincado puzle de drama psicológico y comprobar que en ella, no solo hay palabras, ideas plasmadas o conceptos, sino que también hay una catarsis –como dice el autor- en la que confluyen sentimientos entre lector y autor.
Enhorabuena Gabriel por tu trabajo y esperamos que no sea el último.
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