jueves, 16 de enero de 2014
On 20:46:00 by MARÍA SERRALBA in Publicaciones Sin comentarios
On 18:57:00 by MARÍA SERRALBA in InfoBlog Sin comentarios
Mi aventura con el BOOK MÓVIL en esta ocasión ha sido para desplazarme hasta la localidad de Elche, donde tenía un encuentro literario con un grupo de buenos amigos de las letras.
El lugar elegido para dicho encuentro no podía ser más peculiar en su conjunto, me estoy refiriendo a la cafetería Marycake´s Elche en c/Mare de Deu del Carmen, nº 7
Un local pequeño, íntimo y acogedor repleto de simpáticos detalles pero sobre todo, de glamour y si eso fuera poco, atendidos con una amabilidad extrema por parte de su propietaria Isabel, quien nos ha mimado en todo momento ofreciéndonos sus delicias recién horneadas.
Un local pequeño, íntimo y acogedor repleto de simpáticos detalles pero sobre todo, de glamour y si eso fuera poco, atendidos con una amabilidad extrema por parte de su propietaria Isabel, quien nos ha mimado en todo momento ofreciéndonos sus delicias recién horneadas.
Isabel, una mujer encantadora y genial repostera |
Isabel preparándonos los tés y cafés en su original y acogedora barra |
Hoy tocaba tarta de zanahoria y nueces, y tras probarla, hemos confirmado que lo que decía Isabel -la dueña- era totalmente cierto, un pastel suave, que se deshace en el paladar y que estaba de re-que-te-chu-pe-te.
Desde el mismo instante en el que he entrado en el local, he tenido la sensación de encontrarme como en casa, no solo por los amigos que me esperaban con una gran sonrisa, sino también, porque la decoración de sus paredes me era muy familiar, búhos por todas partes, ¡genial!
TODA UNA TENTACIÓN |
Desde el mismo instante en el que he entrado en el local, he tenido la sensación de encontrarme como en casa, no solo por los amigos que me esperaban con una gran sonrisa, sino también, porque la decoración de sus paredes me era muy familiar, búhos por todas partes, ¡genial!
Marga y Antonio Buitrago con Luisa Guillén |
El grupo tertuliano lo ha compuesto Marga Buitrago, Luisa Guillén, Antonio Buitrago, Manuel Segarra, Suny González, Helena Vilella, Gregorio Sánchez y un agregado de última hora, José Salieto, todos ellos amigos poetas, pensadores, narradores de historias y una servidora, y todos, con el mismo denominador común, el transmitir sentimientos, inquietudes y pensamientos a través de la palabra escrita.
Mis "criaturitas" tampoco quisieron perdérselo, es más, en el grupo ya tenían algún que otro admirador. |
Entre taza de café con leche y tés aromatizados, ha ido surgiendo una amena charla, en ocasiones, varias de las conversaciones se solapaban aunque a nadie le importaba y mucho menos, le impedía seguir con su conversación inicial con el compañero, podríamos decir que ha resultado ser una mega tertulia llena de intensísima actividad.
Una cariñosa despedida y un, hasta pronto, ha dado por finalizado el ameno encuentro con estos amigos ilicitanos. Todo un placer.
martes, 31 de diciembre de 2013
On 21:55:00 by MARÍA SERRALBA in Describiendo una imagen 1 comentario
MARÍA SERRALBA... Aceptó el reto y escribió.
— ¡Eh!, tú, zorra, ven aquí ahora mismo, ¿me
oyes?, no te he dado permiso para que te vayas todavía -le gritó Luis
mientras intentaba esquivar el muro que le suponía el cuerpo desnudo
de Javier para salir tras ella.
— Déjala ya. Creo que ya es suficiente
por hoy, ¿no te parece?, además, tú y yo tenemos todavía algo pendiente,
recuerdas...
De nuevo la voz melosa de Javier ejercía el poder
de un bálsamo en el temperamento de su encolerizado amigo, sabía que tenía
que ganar tiempo, fuera como fuese, para que Valeria pudiera recoger
algunas de sus pertenencias y al fin, desaparecer de sus vidas para siempre.
"Desaparecer de mi vida". Aquellas
palabras no podía asimilarlas, después de tanto tiempo, de tantas confidencias
compartidas, ¿cómo iba a afrontarlo? Haciendo marcha atrás en la memoria,
todavía recordaba las meteduras de pata en la etapa universitaria, y a una
muchacha dispuesta y estudiosa que siempre salía a su paso para ayudarle. Desde
el mismo instante que la vio, supo que estaba perdidamente enamorado de ella,
pero su timidez le hizo mantener el secreto, incluso cuando ella
le informara que había pensado contraer matrimonio con un socio de su padre,
por supuesto, por conveniencia, aunque en el fondo -según le confesaría un
tanto ruborizada-, también le atraía aquel hombre, a pesar de que en las tres
citas en las que había ido con su padre a conocerle y hablar un poco con él, sintió como si le absorbiera toda su voluntad tan solo con la mirada.
— ¿Estás segura del paso que vas a dar? -le
consultó Javier con cara de circunstancia, esperando con toda su alma que ella
le dijera que no, y así, volver al estado en el que se encontraba la relación
entre ellos, pero sus esperanzas se desvanecieron al instante cuando ella le
respondió.
— Sí. Creo que como dice mi padre, ya es
hora de que deje de actuar como una adolescente, además, él espera mucho de
este enlace y no puedo defraudarle.
— Pero eso no es justo, Valeria. Lo que tu padre
piense no has de tenerlo en cuenta, estamos hablando de tus sentimientos, de
compartir la cama con un hombre que ni siquiera sabes que pie calza.
—Lo sé, Javier, lo sé, pero yo no podría
defraudar a mi padre y mucho menos ahora, que parece que su salud no anda muy
bien, además, los entendidos en el amor dicen, que el enamoramiento no existe como tal, y que el amor es más bien un proceso que tenemos que ir trabajando día a día.
—¿Expertos?, ¿entendido?, todo eso son tonterías. Sabes que te tengo mucho cariño, que has sido la
mejor amiga que he tenido, por no decir la única, así que por todo eso, me
considero con la suficiente confianza como para pedirte de rodillas que, por favor,
no hagas esa locura, algo me dice que te arrepentirás toda la vida.
Aquel fue el único día que trataron el tema del
casamiento, acto seguido, ella empezó a excusarse con que tenía que concretar
los preparativos de la boda cada vez que él pretendía quedar para tomar una
copa, o dar un paseo por el parque, tal como solían hacer cuando alguno de los
dos necesitaba compartir con el otro sus preocupaciones. Valeria se le escapaba
de las manos -pensó Javier-, y lo malo es que él no sabía de qué forma
retenerla a su lado un poco más.
—¿No habías dicho que teníamos algo pendiente? -De
súbito, la voz de Luis sacó a Javier de sus pensamientos retornándolo a la realidad-. Pues
pongámonos a ellos, que dentro de media hora tengo que estar en el despacho
para una reunión importante y no puedo llegar tarde por gilipolleces como esta.
¡Ah!, y a ver si cambias de una vez ese gesto de amargado, si es por ella, ni te preocupes, mejor
olvidémosla, volverá cuando se quede sin dinero, ya lo verás, todas son
iguales.
Sujetando a Javier por el cuello, Luis se lo
llevó casi a rastras hasta la cama. Javier sabía que lo que iba a suceder a
continuación no tenía nada que ver con hacer el amor, eso, solo lo
había hecho una sola vez con Valeria, aunque ese día los dos estaban
ebrios y no contó como algo transcendental, más bien, como una consecuencia de
mezclar alcohol, una racha buena de resultados en los exámenes y hormonas con
ganas de pasárselo bien. A partir de ese día, la distancia prudente y el trato
cortés volvió a reinar entre ellos, nunca se repitió ni se habló más del
incidente, así que Valeria, dio por sentado que a su compañero, igual no le gustaban
mucho las mujeres o al menos de su tipo; qué equivocada que estaba.
De forma rápida, segura y sin titubeos, tal como
le gustaba a Luis, Javier hizo lo que el otro le fue pidiendo para nada
más terminar, ver como se metía en el baño y volvía a su rutina diaria,
dejándole allí tirado como una colilla a la que nadie prestaba atención, o como
mucho, a la que todo el mundo podía pisotear, pero ya no sentía nada, solo que Valeria
se había ido definitivamente de su vida y con ella, también su único amor.
JESÚS CORONADO... Aceptó el reto y escribió.
Mientras
Javier seguía lamentándose en silencio, Valeria ya estaba en la calle. Recogió
lo que pudo meter en aquella maleta con ruedas que tenía en lo alto del vestidor, la
misma con la que trajo sus escasas pertenencias cuando se instaló por primera
vez en esta casa. Era lo único que en aquellos momentos consideraba suyo. Sin apenas pensar en lo que iba metiendo en
ella de forma desordenada, las carcajadas
y exigencias de Luis saliendo de la que fue su habitación, sirviéndole
de acicate para salir de allí cuanto antes. Así que cerró la maleta y se marchó
a toda prisa con los gemidos de Luis penetrando como un alfiler ardiente en sus oídos hasta perforar los tímpanos, unos
gemidos que le produjeron arcadas que contuvo como pudo para no vomitar en las
escaleras.
Ni tan siquiera el frío aire que
sintió al abrir la puerta del zaguán le hizo volver a la realidad. Su mente, envuelta en una niebla
espesa y húmeda, apenas le dio margen para recordar cómo había llegado al lugar
donde ahora se encontraba. El agua caliente golpeándole la nuca fue lo primero
que sintió. Sentada, con las piernas encogidas,
las manos y la cabeza sobre sus rodillas, vestida, incapaz de recordar. Se limitó a quitarse la ropa mojada
y dejar que el agua y el jabón se llevaran la confusión y la rabia. Pero no se
ha inventado todavía agua y jabón que haga eso. Cerró el grifo de la ducha, se
envolvió en una toalla y salió del baño para enfrentarse con una habitación de
hotel barato envuelta en la tenue luz
que la lámpara de la mesilla de noche esparcía. Se acercó a la cama y dejó caer
su cuerpo sobre ella como si todo el cansancio del mundo se hubiera depositado
sobre sus espaldas. Y de repente… lloró. Lloró sin consuelo posible, hasta que
no le quedaron lágrimas que arrastraran
sus malas decisiones, solo un tremendo deseo de dormir sin sueños.
La luz del Sol se filtraba por los
agujeros de la persiana en líneas oblicuas ocupando toda la superficie de la
habitación. Valeria se encontró observando las motas de polvo suspendido que jugaban
a viajar a través de ellas, como si de un expreso a ninguna parte se tratara.
Dejó transcurrir unos minutos. Necesitaba ser consciente de donde se encontraba
y ordenar a su cuerpo que reaccionara. Se levantó y se dirigió al baño. Cuando
llegó frente al espejo, se encontró con un rostro de mujer que no podía ser el
suyo. Tenía los ojos enrojecidos e hinchados de tal manera que lo deformaban haciéndolo
irreconocible. Lo miró fijamente y los recuerdos acudieron agolpándose sobre su
frente como bolas de billar rebotando sobre las bandas de la mesa. Un
matrimonio de conveniencia con un hombre que nunca quiso, una vida llena de encuentros de ida y vuelta,
de amores de papel que dejaba pasar una y otra vez… Y de Javier, el único
hombre al que siempre amó. Y sin poder contener el calor que ascendía desde sus
entrañas, volvió a llorar. Pero estas
lágrimas eran distintas, eran lágrimas de rabia, de furia contenida que gritaban ¡basta ya! Se prometió
que Iban a ser las últimas.
—
“Volverá cuando se le acabe el dinero” ¡Maldito
cabrón! No te voy a dar ese gusto.
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On 21:05:00 by MARÍA SERRALBA in Describiendo una imagen Sin comentarios
MARÍA SERRALBA... Aceptó el reto y siguió la trama.
— ¿Alguien me puede explicar de qué va todos esto?
La voz grave de Luis no daba margen de error, estaba furibundo y con razón, "su chica" tenía una de sus manos posada relajadamente sobre el pecho húmedo y desnudo de su joven amante y eso le enfureció, aunque la visión de aquel instrumento en su otra mano, centelleante con cada latido del pulso de ella, le hizo mantener las distancias, limitándose solo a exteriorizar su ira con una sarta de improperios dirigidos a Valeria, como siempre solía hacer cuando algo que ella hacía, le sacaba de sus casillas.
—Tranquilízate Luis, no creo que sea para tanto –le indicó Javier, que con su tono de voz pausado intentaba a toda costa que la escena no tomara otros derroteros.
—¡Que me tranquilice, dices! Se puede saber qué pasa contigo, puta –le gritó a su mujer-. Acaso no tienes suficiente con los tíos que te tiras todas las noches que encima, me quieres robar el mío.
—Pero... Luis... yo...
A Valeria la voz a penas le salía de la garganta, escuchaba la voz de su marido pero parecía que viniera de otro mundo, de esa parte de su subconsciente que hacía tiempo se había propuesto enmudecer.
—Luis, por favor, tranquilízate, Valeria solo creía…
Luis no dejó que Javier terminara la frase, levantándose de su posición, bordeó la cama y se dirigió hacia su mujer con los puños cerrados como si fuese un león a punto de saltar sobre su presa, su objetivo, asentarle una descomunal bofetada que le dejase marcado el rostro como en otras ocasiones, pero esta vez no llegó a ella, el cuerpo de Javier se interpuso en su camino impidiéndole hacer lo que tenía pensado.
—¡Basta ya!, creo que somos suficientemente adultos para ver las cosas como son, no te parece, Luis –le dijo a este mientras le sujetaba por los hombros.
La melosa forma de pronunciar el final de la frase, acompañada de una caricia en el rostro del hombre, sería suficiente para amansar a la bestia, pensó Javier, así que continuó con sus toqueteos en presencia de Valeria, ésta, sin embargo, luchaba por mantener la compostura y no salir de allí corriendo. Su rostro parecía un pétalo de lirio, suave, uniforme y pálido, muy pálido, tanto, que Javier, cuando la miró con cierto sentimiento de culpabilidad por tener que hacer aquellas escenas de amantes en presencia de ella, creyó que de un momento a otro su amiga se desplomaría sobre el frío y acristalado piso de gres, pero de pronto se la oyó hablar.
—Pero tú, precisamente tú, Javier, no lo entiendo.
—¡Aquí no hay nada que entender! –Despotricó Luis-. Por cierto, a qué santo llevas ese cuchillo contigo, ¿acaso querías matarme mientras estaba durmiendo?
La declaración del hombre acompañada con su mejor sonrisa de cinismo, estaba tan cerca de la realidad que dejó a Javier y a Valeria estupefactos, pero Javier, con más templanza que ella, salió al paso y le aclaró la situación.
—Valeria creía que había entrado algún ladrón a la habitación, por eso lo cogió, ¿verdad?, Valeria, ¿no es cierto que te asustaste al escuchar el ruido de la ducha?
La mirada insistente de Javier a su amiga para que ésta, aunque fuese con un simple asentamiento de cabeza, le corroborara lo que había dicho, no tuvo éxito, Valeria seguía sin poder mover ni un solo músculo de su cuerpo, y mucho menos, soltar el cuchillo, así que Javier, lentamente, aproximó su mano a la de ella y, con cautela, consiguió quitárselo para después arrojarlo lejos del escenario de la discusión.
JESÚS CORONADO... Aceptó el reto y siguió la trama.
Al dejar de sentir el frío metal, Valeria salió de su letargo. Javier no sólo se llevó el arma con la que pensaba acabar de raíz una relación de pesadilla, también le arrancó su determinación, la que le había costado tanto tiempo reunir para enfrentarse a su marido y zanjar de una vez el problema; se llevó la ilusión por iniciar una nueva vida después de años de soportar golpes y vejaciones imposibles de olvidar. Y lo más importante, el amor que sentía por él. Javier ya no era nada.
Su vida, en un instante, volvió a quedarse en los cimientos. El castillo de arena que había construido a su alrededor fue barrido de golpe por aquella ola gigantesca de cruda realidad.
Valeria miró sus manos desnudas y asintió con la cabeza. Estaban tan vacías como su corazón y su alma. Y sintiendo como algo se quebraba en su interior, reunió los restos de orgullo y determinación que le quedaban y los miró desafiante con una mezcla de decepción y orgullo. Y sin más, dio media vuelta desandando el camino recorrido con la intención de rebobinar hasta llegar a cero. "La vida continua", pensó. Pero a veces es tan difícil vivirla.
JESÚS CORONADO... Aceptó el reto y siguió la trama.
Al dejar de sentir el frío metal, Valeria salió de su letargo. Javier no sólo se llevó el arma con la que pensaba acabar de raíz una relación de pesadilla, también le arrancó su determinación, la que le había costado tanto tiempo reunir para enfrentarse a su marido y zanjar de una vez el problema; se llevó la ilusión por iniciar una nueva vida después de años de soportar golpes y vejaciones imposibles de olvidar. Y lo más importante, el amor que sentía por él. Javier ya no era nada.
Su vida, en un instante, volvió a quedarse en los cimientos. El castillo de arena que había construido a su alrededor fue barrido de golpe por aquella ola gigantesca de cruda realidad.
Valeria miró sus manos desnudas y asintió con la cabeza. Estaban tan vacías como su corazón y su alma. Y sintiendo como algo se quebraba en su interior, reunió los restos de orgullo y determinación que le quedaban y los miró desafiante con una mezcla de decepción y orgullo. Y sin más, dio media vuelta desandando el camino recorrido con la intención de rebobinar hasta llegar a cero. "La vida continua", pensó. Pero a veces es tan difícil vivirla.
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On 20:38:00 by MARÍA SERRALBA in Describiendo una imagen Sin comentarios
MARÍA SERRALBA... Aceptó el reto y siguió la trama.
Levantándose con sigilo del extremo de la cama para no despertar a su esposo, que todavía parecía dormir, Valeria anduvo en dirección al lugar de donde procedía el sonido del agua brotando sin freno. Unos instantes de titubeo fueron suficientes para retroceder sobre sus propios pasos. No quería afrontar la cruda realidad, su esposo tenía una amante, pero... ¿a ella que más le daba? Sus vidas siempre habían estado conectadas inexorablemente por un cordón umbilical repleto de conveniencias y dominado por el poder, pero aun así, el ser testigo de esa acción por parte de él, le dolía y mucho. Cierto, todavía lo amaba, en el fondo de su corazón aquellos gestos como el de las rosas la hacían ruborizarse de un infantil placer, hasta el extremo que anulaba todo el odio que sus acciones imprudentes le habían hecho atesorar en lo más profundo de su alma.
"Sé valiente y hazlo" -se dijo, así que sin más titubeos se acercó hasta la puerta del baño y la abrió de un solo movimiento. Para lo que encontró en su interior, definitivamente, no estaba preparada.
JESÚS CORONADO... Aceptó el reto y siguió la trama.
Le golpeó el vapor húmedo en el rostro, aún así, siguió notando el calor en las mejillas. No era por el rubor que le produjo la rosa. Le asaltaron las sensaciones, explotaban en su interior como lo hace el maiz en una olla puesta al fuego. El sentimiento de sorpresa daba paso al engañó, el engaño a la rabia, la rabia a la ira. Era como estar en el centro de un tiovivo viendolas pasar sin poder hacer nada. Pero al fin, pasados unos minutos en que ambos sólo se miraban sin saber que decir, terminó llegando el alivio. Valeria supo que el problema estaba resuelto. De un plumazo, Javier lo había hecho.
- ¿Qué haces aquí, Javier? - preguntó.
- Ayudarte, Valeria. Te dije que resolvería el problema. Te quiero demasiado para verte sufrir. No quiero que cometas una estupidez.
- Pero ¿liarte con él?
- Sí, era necesario. Supe de sus gustos y pensé que era lo mejor. Él nunca pensó en dejarte, prometió hacerte la vida imposible hasta acabar contigo o que tú, acabaras con él. Así que hice que se enamorara de mí. No fue difícil.
Valeria no daba crédito a todo lo que estaba pasando. Su mente se bloqueó en un momento. Dudas y preguntas empezaron a golpearla con fuerza, como el herrero golpea el hierro sobre el yunque. Sin ser consciente de sus movimientos su cuerpo retrocedió hasta tropezar con la cama. Cuando giró su cabeza, Luis estaba despierto. Miraba atónito la escena, fijando su vista de uno a otro sin parar. Aunque lo que más llamó su atención fue el enorme cuchillo que Valeria sostenía aún en su mano izquierda.
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