sábado, 26 de octubre de 2013
Dicen que el buen actor es aquel que a pesar de tener problemas en la vida real, sabe desconectar de estos y subirse de nuevo a un escenario y hacer su mejor actuación, pues bien amigos, ese día ha llegado para mi y he de salir a escena.
No soy dada a dar noticias de este tipo por estos medios, sin embargo todos me conocéis bien y sabéis que mis sentimientos tan solo explotan cuando salen a través de las palabras, hoy, las mías, van dirigidas a Vinni, mi perro, al cual hace escasos minutos he tenido que dar la autorización para que le impartieran la eutanasia, y os puedo asegurar que es la decisión más dura que he tenido que tomar en mi vida.
Como le decía al médico veterinario que nos ha atendido de urgencias, Vinni no era un animal tal como todos lo calificarías, ese perrito de 2.700 gr., de pelaje como los borreguitos, rizado y plateado, contrario al típico de los Yorkshire, ha significado mucho en el día a día de nuestra familia empezando por mí, que siempre he tenido temor a los perros, sin embargo cuando él llegó, poco a poco me hizo cambiar la opinión que tenía con respecto a estos animales de cuatro patas.
Vinni me dio su compañía desinteresada y su cariño infinito, la alegría del saludo diario aunque yo no me diese cuenta de ello, la necesidad de hacer ejercicio a mi padre, un hombre de 82 años que sentía alergia al simple hecho de tocar su suave pelo y que hasta ahora, no ha habido día que ambos no salieran a la calle como amigos de toda la vida, acoplando sus pasos, sus gustos y viendo por donde el sol y la suave brisa era más adecuada para poder pararse en una esquina, cerrar los ojos y respirar profundo mientras los rayos le bañaban a uno el rostro y al otro, la brisa topaba con su hocico de botón negro y mecía su pelaje.
Vinni ha sido poco -por su tamaño-, pero mucho por su gran corazón, un corazón de animal pero con sentimientos humanos.
No se el tiempo que tardaré en recuperarme, creo que nunca, ya que siempre lo tendré presente en mi día a día al ver que ya nadie sale a recibirme cuando llego a casa, y al igual que las decenas de personas del barrio donde vivo que le conocían, que le saludaban, que le hacían carantoñas porque decían que era un animalito muy simpático y cariñoso. Habría mucho que contar de él, como cuando de recién nacido me lo regalaron porque era el más feo y pequeño de la camada, sin embargo a los pocos meses y bajo nuestros cuidados, se convirtió en el más bonito de todos; cuando se lanzó sin pensar desde el balcón de un primer piso al ver que yo regresaba de hacer la compra tan solo para estar conmigo -G. a D. que no se hizo nada, pero a mí se me congeló la sangre-, o los quince días que no se separó de mi lado porque me encontraba en cama aquejada de una grave enfermedad.
Vini ha sido mucho para muchos.
Permitid que aproveche estos momentos en los que todavía estoy con fuerzas, aunque no veo la pantalla, para contaros algo de él y honrar así su memoria, quizás mañana esté en otro estado de ánimo y no pueda hacerlo, lo que sí tengo claro es que admiro a las personas que comparten con un animalito sus vida porque es como compartir también el corazón, y cuando estos se te van, es como si el corazón también se te partiera por la mitad.
VINNI, querido amigo, gracias por ser como eras, gracias por las horas de alegrías que nos has dado y gracias por el cariño que siempre has ofrecido a todo el que te rodeaba.
Te querremos y te recordaremos siempre estés donde estés.
D. e. P.
On 1:38:00 by MARÍA SERRALBA in ENTRE AMIGOS Sin comentarios
Edificio de Correos |
Tal como prometí, esta tarde he asistido a la exposición titulada "RINCONES DE ALICANTE" que ha realizado mi amigo Enrique de Santiago Duart en las instalaciones del antiguo edificio de Correos y Telégrafos de la Plaza de Gabriel Miró de Alicante.
Un Enrique emocionado y feliz ha venido a recibirme y hemos tenido el tiempo justo de tomar esta instantánea ya que era requerido por el público que no hacía más que darle la enhorabuena a su magnífico trabajo.
Con Enrique de Santiago Duart |
Con Pepe Llorca |
En total se han podido contemplar 17 acuarelas de distinta temática diseminadas por toda la sala. La muestra estará expuesta durante tres semanas.
jueves, 24 de octubre de 2013
On 20:06:00 by MARÍA SERRALBA in Publicaciones Sin comentarios
Algunos expertos podrías confundir mi manía de buscar coincidencias entre las cosas, sumar números de las matrículas de los coches, o conectar secuencias de la vida cotidiana con hechos que luego justifiquen dichas acciones, con una disfunción mental, yo, prefiero creer que es solo una mala costumbre de buscarle seis pies al gato, o como otros lo dirían más llanamente, no conformarme así por las buenas con aceptar lo que sucede a mi alrededor, siempre creo que las cosas ocurren con un fin, al igual que las personas que se ponen en mi camino no llegan por casualidad, y hasta ahora dicha creencia nunca me ha fallado.
Cuando era pequeña desee con todas mis fuerzas tener una mascota y ésta llegó en forma de "lindo patito", pequeño, dorado, chillón, perseguidor de todas mis acciones y muuuuuy marranito. Cuando llegó el momento de ponerle nombre, dentro de mis limitados conocimientos de santorales y otras doctrinas, no se me ocurrió otra cosa que ponerle el de SATURNINO.
Ahora comprenderéis lo que os he explicado con anterioridad cuando os diga que, en el momento que pensamos qué fecha sería la más apropiada para realizar la presentación de mi nueva novela EL DIOS DEL FARO, la primera que me vino en mente fue el 21 de NOVIEMBRE, que como todos sabéis era en la que se realizó A LA SOMBRA DE TU PIEL, mi anterior novela, y que en el santoral venía indicado como el día de "la presentación de María", aunque esa María en realidad se refería a la Virgen y no a mí, pero como cada cosa ha de tener su tratamiento y su momento de relevancia, decidimos que esta nueva novela debía tener también su fecha especial, así que cuando barajamos fechas, todos coincidimos en que el viernes 29 de NOVIEMBRE podía ser la ideal para realizar la presentación ya que todos los que teníamos que intervenir en el acto estábamos disponibles y además, era el día de SAN SATURNINO, el santo de mi pato.
Si tuviera que encontrar una explicación coincidente con dicha fecha os diría que en realidad sí la hay. EL DIOS DEL FARO es una novela que se gestó hace mínimo once años -toda una vida-, es decir, que viene del baúl de mis recuerdos, de lo más recóndito de mi ser y por ello encierra toda la esencia de un escritor que empieza a despuntar, a querer ser cada vez mejor, de ahí su fuerza y su sencillez al mismo tiempo. Creo que fue en ese preciso instante en el que se inició mi lucha encarnizada para ser una escritora reconocida y prueba de ello será el poder estar el próximo día 29 con todos vosotros presentándoos mi segundo trabajo narrativo y eso, en parte, podría decir que se lo debo a mi pato, Saturnino, que en un magnífico arroz al horno, hizo honor no solo a su cariño por mi, sino también a su labor como mascota de esta novel escritora, haciendo que mi imaginación volase mientras él iba y venía por el pasillo de mi casa moviendo su graciosa colita.
Ahora comprenderéis lo que os he explicado con anterioridad cuando os diga que, en el momento que pensamos qué fecha sería la más apropiada para realizar la presentación de mi nueva novela EL DIOS DEL FARO, la primera que me vino en mente fue el 21 de NOVIEMBRE, que como todos sabéis era en la que se realizó A LA SOMBRA DE TU PIEL, mi anterior novela, y que en el santoral venía indicado como el día de "la presentación de María", aunque esa María en realidad se refería a la Virgen y no a mí, pero como cada cosa ha de tener su tratamiento y su momento de relevancia, decidimos que esta nueva novela debía tener también su fecha especial, así que cuando barajamos fechas, todos coincidimos en que el viernes 29 de NOVIEMBRE podía ser la ideal para realizar la presentación ya que todos los que teníamos que intervenir en el acto estábamos disponibles y además, era el día de SAN SATURNINO, el santo de mi pato.
Si tuviera que encontrar una explicación coincidente con dicha fecha os diría que en realidad sí la hay. EL DIOS DEL FARO es una novela que se gestó hace mínimo once años -toda una vida-, es decir, que viene del baúl de mis recuerdos, de lo más recóndito de mi ser y por ello encierra toda la esencia de un escritor que empieza a despuntar, a querer ser cada vez mejor, de ahí su fuerza y su sencillez al mismo tiempo. Creo que fue en ese preciso instante en el que se inició mi lucha encarnizada para ser una escritora reconocida y prueba de ello será el poder estar el próximo día 29 con todos vosotros presentándoos mi segundo trabajo narrativo y eso, en parte, podría decir que se lo debo a mi pato, Saturnino, que en un magnífico arroz al horno, hizo honor no solo a su cariño por mi, sino también a su labor como mascota de esta novel escritora, haciendo que mi imaginación volase mientras él iba y venía por el pasillo de mi casa moviendo su graciosa colita.
¡¡ GRACIAS SATURNINO POR ALEGRAR CON TUS GRAZNIDOS MI INFANCIA!!
Y y para quien lo quiera, ahí va la receta de
ARROZ A LA SATURNINA
http://mariaserralba.blogspot.com.es/2013/09/arroz-la-saturnina-receta.html
ARROZ A LA SATURNINA
http://mariaserralba.blogspot.com.es/2013/09/arroz-la-saturnina-receta.html
miércoles, 23 de octubre de 2013
Muchas veces leemos y escuchamos frases haciendo alusión a España, su legado cultural, sus tradiciones y sus costumbres, pero hay algo que reúne esos tres ingredientes en una sola palabra, me refiero a la famosa "siesta".
¿Quién de vosotros no ha dado alguna que otra cabezadita tras un buen almuerzo?, estuviera dónde estuviera; empezando por mí, quizás casi todos el mundo y es que la SIESTA es ese momento crítico donde notas pesadez en lo párpados y una somnolencia que se va apoderando de todo tu ser inclusive, de tu voluntad, hasta hacer que pases por alto tu forma de comportarte en público y el lugar que te rodea.
Los más privilegiados suelen tenerla programada, es decir, tras la comida siempre siesta en la cama, pero otros, los que estamos siempre de aquí para allá, somos verdaderos víctimas de ella, yo, por ejemplo. he llegado a dar esa "cabezadita" de a penas cinco minutos en los lugares y momento más insospechados con su consabido sobresalto al despertar, y notar, que no estaba sola, que lo que me rodeaba no eran los muebles de mi habitación, y que el sonido que escuchaba de fondo no era música Chill Out procedente de mi equipo de música, sino la monótona voz de alguna enfermera citando al próximo paciente, o el politono del móvil del que tenía sentado junto a mí en el autobus. Se podría decir que la SIESTA es algo que uno se concede como premio por el trabajo realizado durante la jornada, pero otros diríais que me dejase de palabrerías y que dijese la pura realidad, que la SIESTA. es algo que te pide el cuerpo ante lo cual tu no tienes ningún tipo de control.
Pues bien, hoy he sido testigo de lo importante que puede suponer el "momento siesta" para algunos, os cuento.... he ido a ver a una amiga a su casa y al asomarme para comprobar lo bonitas que tenía las flores de su balcón, mirad lo que me he encontrado, un momento "siesta on the road". Dos albañiles de la vía pública han hecho un receso en su labor y tras un suculento almuerzo de espectaculares bocadillos en forma de flauta, se han dicho: "si total no nos va a ver nadie", así que uno, el más comedido, se ha sentado en la cera y ha apoyado su cabeza entre sus manos mientras que el otro, camuflado con el medio que le rodeaba, ha decidido hacerse un parapeto con dos piezas medianeras que ponen para evitar que el tráfico rodado irrumpa en las zonas de trabajo, y ya veis, este ha sido el resultado.
SIESTA "ON THE ROAD"
martes, 22 de octubre de 2013
Recuerdo que cuando era pequeña, a falta de tener un yate o un Ferrari, el ir sobre patines era mi fuente de liberación.
La maravillosa sensación que experimentaba al notar el viento en la cara conforme mi velocidad aumentaba, me hacía sentirme libre, atrevida, incluso imprudente y tenaz.
Mi campo de acción al igual que muchos de mis amigos era la Explanada de Alicante, más bien en el tramo del final donde se encontraba una estupenda horchatería donde nuestros padres hacían la parada mientras nosotros, corríamos de arriba a abajo del paseo llevándonos arrastrando con nuestra inercia, a todo el que se ponía por delante.
Pero el momento más crítico era cuando jugábamos al látigo, imaginad, todos subidos en patines, cogidos de la mano, y corriendo como alma que se lleva el diablo y en eso, el cabecilla hacia un viraje inesperado y todo el "gusano" humano se ondulaba y desplazaba como un solo cuerpo sin saber que dirección tomaría.
Los había que soltándose por el miedo, terminaban frenando contra una farola. Otros, agarrados con todas sus fuerzas al compañero de delate y arrastrando al de detrás, cerraban de vez en cuando los ojos para soportar tanta tensión, eso sí, el que lo pasaba de pánico era el que le tocaba de coche escoba. Ese, yo creo que aprendía a rezar en dos segundos ya que la fuerza del resto lo llevaba de parte a parte con si fuera una carretilla.
Mis primeros patines serían más o menso idénticos a los de la foto, con sus pros y contras. Las correas me las tenía que apretar tan fuerte a los tobillos que a veces terminaba haciéndome ampollas y su plataforma, con tornillos que terminaban desgastados por el uso, de vez en cuando me daban gratas sorpresas cambiando inesperadamente su tamaño a otro mayor, lo cual provocaba que el pié se me desplazase de la plataforma quedando solo subida en un patín mientras que el otro pié, literalmente se arrastraba sujete al patín por la correa del tobillo, en resumen, todo un número, pero me lo pasaba genial.
Luego llegaron los patines de bota, sofisticados, estéticamente preciosos, pero ya no fue nada igual. Por mi parte también había cumplido más años, la vergüenza de hacer la loca en mitad de aquel paseo, girando sobre mi misma y de repente, patinando a la inversa, es decir, hacia atrás, ya me daba un poco de miedo por si me caía y me hacía ciscos los huesos, en fin, que cumplir años fue sinónimo de ser más prudente y dejar de lado un hobby que siempre me ha apasionado, de hecho, sigo fiel a las competiciones de patinaje artístico y envidio a esas hadas sobre cuchillas que hacen piruetas mucho más arriesgadas que la que hacía yo, aunque las mías no las cambiaría por nada del mundo... ja, ja, ja.
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