viernes, 13 de septiembre de 2013
On 22:52:00 by MARÍA SERRALBA in MITCHIE SPACE 3 comentarios
Capítulo 6º
Aparqué mi coche en el parking del centro, salí de él bloqueándolo. Me coloqué mi abrigo poniendo mi bolso en mi hombro, mientras comenzaba a caminar hacia la entrada. Vi a una persona salir del edificio, corrí a la puerta para poder entrar.
Me fije en todo de nuevo. De todas las veces que había ido aun no podía acostumbrarme a este sitio.
Me acerqué a la mujer de la recepción que estaba sentada detrás de su mesa redonda.
—Hola, buenos días. -Dije a la mujer, ésta levanto su mirada sonriendo amablemente.
—Hola, ¿en qué la puedo ayudar?
—La doctora Gómez me cito a las 18:30 -le dije viendo como ella consultaba algo en su ordenador. Ya que no paraba de escribir en él.
—¿Es usted la señorita Portman? –Me miró un segundo volviendo la mirada a la pantalla del ordenador.
—Sí, soy yo.
—Espere un segundo, mientras tanto puede sentarse en esos asientos -señaló unos sillones de cuero blanco situados en fila, uno al lado del otro. Justo en frente había una pequeña mesa de cristal.
Asentí con la cabeza sentándome donde me había dicho, suspiré profundamente escuchando como la mujer hablaba por teléfono. Saqué de mi bolso mi móvil ya que comenzó a sonar, vi a través de la pantalla quien era el llamante. Vi el nombre de Ronnie, deslicé mi dedo índice por la pantalla para desbloquearlo y contestar a la llamada.
—¿Si? – pregunte viendo a la mujer siguiendo con el teléfono en mano.
—Marie, soy Ronnie. Quería saber si vendrías al bar de Cole.
“Se me había olvidado por completo”, pensé en mi interior lanzándome a mí misma un pequeño regaño por el descuido.
—Claro, no podía olvidarme de nuestro día de amigos. -Sonreí a pesar de que ella no podía verme.
—Está bien, Nathan, y los demás estarán esperándonos allí.
—Vale, cuando salga de ver a Connor me paso por tu casa.
—¿Le ha pasado algo malo? – escuché su voz y seguro que si la estuviera viendo ahora mismo estaría haciendo su mueca de preocupación.
—No lo sé ni yo. La doctora Gómez me ha citado aquí para hablar de él. Espero que no se haya vuelto a meter en problemas. -Susurré con un tono de voz demasiado bajo.
—Verás como no es nada de eso, Marie.
En ese momento escuché como la mujer colgaba el teléfono, se levantó de su asiento acercándose a mí, mientras que por la otra línea escuche la voz de Nathan llamando a Ronnie.
—Ronnie, tengo que dejarte y creo que tú tienes cosas que hacer. -Reí muy suave-. Nos vemos luego.
—Está bien. Adiós, y… te quiero.
—Yo, igual…Bye. -Colgué el teléfono poniéndome de pie.
—La doctora Gómez dice que vaya a su despacho. La acompaño. –Me sonrió, asentí con la cabeza comenzando a andar detrás de ella. Escuchaba los tacones de aquella mujer sonar cada vez que chocaban contra el suelo de madera. Llegamos a una puerta de cristal con bordes de madera de color negro.
La mujer toco a la puerta, escuchándose un “adelante.” Abrió la puerta anunciando mi llegada. Aún detrás de la mujer escuché como unas pequeñas ruedas se deslizaban y luego las pisadas.
—Buenas tardes, señorita Portman -me saludó la doctora con un apretón de manos.
—Buenas tardes, doctora -susurré estrechando su mano.
—Gracias Gabriela, ya puedes retirarte –y la mujer que me había acompañado asintió saliendo del despacho-. Siéntese por favor –y así lo hice, me senté delante del escritorio entrelazando mis dedos nerviosa.
—¿Ha ocurrido algo con Connor? –pregunté preocupada fijándome en sus ojos verdosos.
—Connor está mejorando positivamente en su tratamiento, tiene varias recaídas, sobre todo por las noches. Me he dado cuenta de que tiene terrores nocturnos –me quedé en silencio escuchando atentamente todo lo que decía la doctora-. Se despierta con sudores y gritando cosas sin sentido junto con un “yo maté a mis padres...”, “ellos murieron por mi culpa”.
Abrí mis ojos en shock sintiendo mis lágrimas agruparse en mis ojos. Mordí mi labio inferior ya que temblaba.
—Usted me dijo que sus padres murieron en un accidente de coche, ¿verdad? -asentí con mi cabeza-. ¿Y Connor iba con ellos?
–—Si, ellos habían discutido con Connor por haberse metido en una pelea en el instituto. –Susurré repitiendo en mi cabeza todo lo que había ocurrido ese día–. Connor se marchó de casa y a los pocos minutos llamaron a mis padres de que estaba en casa de un amigo suyo. Mis padres fueron a recogerlo a pesar de que estaba prohibido salir del pueblo por la nieve y la lluvia. Cuando venían a casa, su coche fue embestido por otro cuyo conductor iba borracho. Mis padres murieron al instante. –Sollocé tapando mi boca con la mano, sentí la mano de la doctora encima de la mía que estaba apoyada en la mesa-. Connor estuvo en coma durante dos días. Desde ese momento se echó la culpa de todo lo que había pasado y empezó con lo de las drogas.
—De acuerdo, lo que haga falta en tal de que esté bien. –Limpié mis lágrimas con un pañuelo.
—Otra cosa es que, el dinero para mantenerlo aquí no nos llega. El banco no ha vuelto a hacer el ingreso de su estancia aquí. Lleva ya un mes sin pagarse y me temo que si sigue así no podremos hacernos cargo de él.
—No entiendo, yo he estado pagando todos los meses su tratamiento. Sé que me retrasé en pagarle este mes, pero se lo pagaré al mes siguiente. Pero por favor, no dejé que él se vaya de aquí –le dije angustiada jugando con mis dedos.
—Intentaré retrasar la decisión de mis superiores, pero no prometo nada –miré a la doctora asintiendo con la cabeza–. Marie, te lo digo con todo el cariño que le tengo a usted y a su hermano, si ellos me dicen que lo saque, no puedo hacer nada para impedirlo. Lo siento mucho.
—Lo entiendo. Muchas gracias por lo que hace por nosotros. Intentaré pagarle el mes que viene todo lo que le debo -me levanté de la silla, estrechando su mano.
—Cualquier cosa, volveré a comunicarme con usted -se levantó de su sillón a la misma vez que yo y caminamos hasta la puerta.
—¿Puedo verlo? ¿Puedo ver a Connor?
—Claro, le acompaño.
Me sonrió abriendo la puerta. Salimos por ella caminando por un pasillo hasta una puerta sellada. Miré hacia arriba para fijarme en las cámaras de vigilancia. La doctora puso un código haciendo que las puertas se abrieran, entramos por ellas. Caminamos por otro pasillo blanco con muchas puertas, hasta que nos paramos en una.
Me quedé mirando la puerta que tenía el nombre de Connor Portman. Toqué a la puerta viendo como la doctora se alejó para dejarme espacio. Abrí la puerta despacio, asomé mi cabeza viendo a Connor con un libro en mano, tumbado en su cama. Alzó su mirada hacia mí, sonrió levantándose deprisa de la cama.
—¡Marie! -Gritó emocionado. Reí entrando en su habitación, lo abracé muy fuerte sintiendo mis lágrimas desbordarse de mis ojos-. ¡Oh! no llores, por favor. No me gusta cuando lloras – susurro contra mi cabello.
Aun siendo más pequeño que yo, era demasiado alto. Escondí mi rostro en su cuello.
—Te he echado tanto de menos -dije entre sollozos respirando su aroma.
—Yo también te extrañé, Marie –me aferró más a su cuerpo.
—Bueno, basta de llorar –me separé con una sonrisa limpiando mis lágrimas-. ¿Cómo éstas?
On 19:10:00 by MARÍA SERRALBA in MITCHIE SPACE Sin comentarios
Aquí os ofreceremos por riguroso orden de llegada, los mensajes de todos los que habéis querido optar al puesto de PRESIDENTA de MITCHIEBER´s Club.
Para votar, indicar el número de candidata que más os guste en el apartado de "comentario".
Nota: no serán válidos los votos de una misma persona a varios candidatos y mucho menos a sí mismo, ni se admitirán votos repetidos que procedan de una misma persona.
**********
Preguntas formuladas a las candidatas:
- ¿Por qué te gustaría ser la presidenta de MITCHIEBER´s Club?
- ¿Por qué te gusta la novela “Bullying For Love”?
- ¿Tienes alguna idea que te gustaría poner en marcha nada más tomar el cargo de presidenta?
CANDIDATA Nº 1: NURIA ARÉVALO - Tenerife
1.) Me gustaría ser la presidenta porque creo que es algo muy interesante y me encantaría la
experiencia :D
experiencia :D
2.) Bueno es un poco pronto ya que solo son dos capítulos pero... Qué dos capítulos!! jajaja. No se, me encanta eso de que Justin Evans diga esa chica es mía...
3.) Bueno... le diría a las "beliebers" que tengo entre mis amigos que la lean, que no se arrepentirían... e intentaría organizar un M&G a Mitchie!! se que es un pelín complicado pero por intentarlo no pasa nada :D
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On 19:05:00 by MARÍA SERRALBA in MITCHIE SPACE 5 comentarios
—¡Oh! mi Dios, sí, no, no pares, sigue…si…sigue. Más rápido. -Los gemidos de Amber retumbaban en mis oídos mientras se agarraba a mis hombros con el rostro contraído.
—¡Santa mierda!- grité al borde de la liberación . Comencé a penetrarla cada vez más rápido para poder llegar a mi punto máximo y sentirme plenamente lleno.
—¡Justin!
El grito de Amber es lo que me hizo reaccionar, notando como sus paredes se contraían en torno a mi miembro, y con una última penetración llegué a la cima. Caí encima de ésta sin aplastarla, intentando controlar mi respiración. Pocos segundos después, me quité de encima de la rubia plástica y me levanté de la cama cogiendo mi bóxer tirado por la habitación. Me lo puse notando la mirada de ella en mi espalda desnuda.
Cogí mi ropa esparcida por el suelo y me dirigí al baño donde la tiré en el cesto. Saliendo del baño fui hacia mi armario cogiendo unos pares de pantalones de chándal. Girándome sobre mis talones, me encontré con que Amber aun estaba en mi cama.
“Joder, joder, seguro que ahora me hace el show de siempre.” -pensé, así que cogí su ropa, y sin ninguna preocupación, se la tiré a la cama.
—Ya hemos acabado, así que vístete y márchate.- le dije con un tono serio mirando hacia otro lado.
—¿Disculpa?
—No me hagas repetírtelo Amber, largo de mi casa. –le susurré, cansado de mantener con ella la misma conversación todos los putos días que teníamos sexo.
—No me puedo creer que me estés haciendo esto Justin, puede que a tus putas se lo hagas, pero, ¿a mi? ¡No sabes con quien estas hablando!- grito histérica, cogiendo su ropa y poniéndosela con mala leche. Ya vestida cogió su bolso y salio de mi habitación. Suspirando profundamente, pasé delante de ella hasta llegar a la puerta principal. Una vez allí, abrí la puerta y esperé hasta que saliera de mi casa.. Ella se acerco hacia donde yo estaba e intento besarme, pero antes de que lo hiciera, le hice la famosa forma de la cobra.
—Sabes que no, Amber, el polvo me ha encantado, pero solo es eso…, un polvo –me reí sin humor mirando la cara roja de furia de Amber. Me encantaba hacerle rabiar. La idiota, pues no daba por supuesto que me enamoraría de ella.
—Serás cab….
—Cuida tus palabras nena, no necesito ni tengo ganas de escuchar tu lengua viperina.
—Me las pagarás, Justin Evans, me las pagarás muy caro.
Dicho esto, salió de mi casa hecha una autentica furia mientras que yo cerraba la puerta y negaba con la cabeza.
“Gran noche de sexo, es una pena que esté loca, la pobre” –pensé, mientras cogía el paquete de cigarros del recibidor y subía las escaleras con dirección a mi habitación. Ya en esta, me acosté encima de las sábanas revueltas y me puse un cigarrillo entre mis labios, deslizando el mechero del cajón y encendiéndolo. Dándole una calada, comencé a recordar la gran noche. Sonriendo, lancé el humo hacia el exterior; como me encantaba escuchar a las chicas gritar mi nombre mientras las follaba duro.
“Nada mejor que buen sexo antes de dormir.” –me dije sonriendo para mis adentros. Terminando el cigarrillo, lo apagué contra el cenicero de mi mesa de noche. Me metí entre las sabanas y me quede dormido escuchando la soledad de la noche.
On 17:01:00 by MARÍA SERRALBA in MITCHIE SPACE 2 comentarios
—¡Hey! tío, pensé que no vendrías el primer día de clases. –Me dijo Derek dándome un apretón de manos a modo de saludo.
—No tenía nada que hacer, además mis padres han vuelto de sus vacaciones y no quería escuchar la charla de siempre. –Sonriendo le cogí su cigarro metiéndomelo en la boca y dándole una gran calada.
—¿No me jodas que te han pillado en pleno folleteo con Amber? -Sonrío Scoot dándome otro apretón de manos.
—Que va, tío, la eche antes de que llegaran -le dije riéndome a carcajadas mientras le pasaba el cigarrillo.
—Hablando de la reina de Roma -susurró Derek mirando hacia el frente. Seguí su mirada, encontrándome a Amber viniendo hacia nosotros con su séquito de plásticas y superficiales.
—Hola Justin –susurró ella con una sonrisa pícara mientras se pasaba la lengua por sus labios carnosos.
—¡Hey!, preciosa -dije sin prestarle mucha atención, mientras deslizaba de los bolsillos de mis jeans el paquete de cigarrillos poniéndome uno en la boca sin encenderlo.
—¿Qué te parece si…esta noche quedamos y bueno…hacemos nuestras cosas? -dijo acercándose a mí, mientras me cogía del cuello de mi chaqueta de cuero. Sonriendo, me quité el cigarrillo de la boca.
—¡Ay!, nena, nena, nena. -Me acerqué a su oído dándole un leve mordisco a su lóbulo-. Lo pasé bastante bien anoche, pero puede que cuando esté necesitado te busque. -Me separé de ella con una sonrisa cínica. Su cara era un cuadro y yo interiormente comencé a descojonarme de la risa. Siempre es la misma historia, las chicas se acuestan conmigo y se piensan que les voy a declarar amor eterno y que me voy a casar con ellas. Pobres ingenuas.
—Eres un idiota, Justin -dijo llena de furia.
—Dime algo que no sepa, bonita.
Sonriendo mire a Derek y a Scott para ir al interior de la universidad, caminando me hice paso entre Amber y sus amigas lanzándole un guiño coqueto a una de ellas. Ya en las escaleras comenzamos los tres a reírnos mientras escuchábamos las maldiciones que Amber gritaba.
—Bieber, nunca cambiarás –Río Scott dándome una palmada en el hombro. Asintiendo, me guardé el cigarrillo en mi bolsillo.
—Qué le vamos a hacer, soy un hijo de puta con suerte.
Noté como mi móvil comenzó a vibrar en el bolsillo de atrás de mi pantalón. Sacándolo, deslicé mi dedo por la pantalla para desbloquearlo. Un mensaje.
De: Josh
Asunto: Universidad
Mensaje: Hijo, acaban de llamar de la universidad, tienes que pasarte por secretaria por algo de las notas. Hazme el favor y no te metas en líos. Tu madre y yo trabajamos mucho para tu futuro así…
Cerré la bandeja de entrada del móvil guardándomelo mientras maldecía en mi interior.
—¿Qué está mal? -Derek murmuró mirándome a los ojos.
—Mi padre me ha mandado un maldito mensaje, tengo que ir a secretaria para algo de las notas. Os pillo en clase de historia de arte.
Sin esperar respuesta de ambos me dirigí pasillo recto hasta la secretaria. Sin ni siquiera tocar a la puerta entré en ella viendo a la señora Jones detrás del mostrador. Al haber muchas personas en secretaria me puse detrás del todo esperando mi turno.
En ese instante, la puerta de secretaria se abrió dando paso a algo o mejor dicho, a alguien. No era como las típicas chicas de esta universidad. Me carcajeé interiormente mientras la miraba de arriba abajo. Vestida con unos jeans rotos y una camiseta básica a juego con sus Convers. El pelo lo tenía un tanto desordenado cogido en un moño.
“Madre mía, esta chica es como un pato feo y horroroso”, me dije. Estaba riéndome cuando noté como me miraba, levanté la vista deslizándola por su cuerpo hasta que me topé con unos… ¿bellos ojos verdes?
“Joder Justin, no te vuelvas cursi”– me amonesté a mí mismo por mi debilidad.
Apartando la mirada de la suya, me acerqué al mostrador. La señora con gafas de culo de vaso me estaba mirando a la espera de que le dijese algo.
—Me han mandado aquí por algo de mis notas -comenté completamente serio, para terminar bostezando.
—Cierto… -La mujer comenzó a buscar entre sus papeles. Durante 2 minutos permanecimos en silencio esperando que la señora Jones encontrara lo que estaba buscando. Al final, por su expresión supe que había encontrado lo que fuese que estuviera buscando.
—¿Y bien?
—Te seré sincera… todos sabemos a qué dedicas su tiempo, señor Bieber, la cuestión es clara. Como se metas solo en un lío más, queda expulsado de esta universidad hasta nueva orden.
—¿Solo es eso? –Ella asintió con la cabeza enseñándome un papel-. Seamos honestos, mis padres harían cualquier cosa para que me volvieran a admitir. -Sonreí irónicamente cogiendo el papel de sus manos-. Pero no se preocupe, que no me meteré en líos por usted. -Volví a sonreír pero esta vez coquetamente. Dándome la vuelta mire como el patito feo me miraba fijamente esperando que terminara con la secretaria. Pasando por su lado, respiré su aroma a ¿fresas?
“¡Oh! mi madre, qué pijo todo"
Puse cara de pocos amigos y sonriendo me acerque hasta ella.
—Hasta luego feúcha
Riendo a carcajadas salí de secretaria encontrándome todos los pasillos desiertos. Suspirando me fijé en el reloj de la pared que marcaba las 9:10, solo habían pasado 10 minutos desde que había empezado la primera clase. Yendo al cuarto de baño de los chicos, me puse a fumar un cigarrillo esperando a que fueran y media para entrar. No quería ver la cara de Rory de buena mañana. Fumando cerré los ojos y luego mandé un mensaje a Jasmine.
De: Justin
Asunto: Noche loca
Mensaje: ¡Hey!, Jasmine, ¿te apetece quedar esta noche para divertirnos un rato? ¿Qué me dices preciosa?
A los pocos minutos recibí un mensaje. Abrí la bandeja de entrada exhalando el humo del cigarro por la nariz.
De: Jasmine
Asunto: ¿Sexo salvaje?
Mensaje: Justin, estaba esperando que me hablaras. He intentado contactar contigo pero siempre que te llamo no lo coges. Debes estar ocupado y tu propuesta me encantaría. Necesito sentirte en mí, baby, ¡grrrr! ¿Nos vemos donde siempre? Te amo.
Sonriendo cerré mi móvil apagando el cigarro. Todas son iguales, nunca cambiaran. Saliendo del baño me dirigí a clase. Abrí la puerta sin tocar y vi como Rory estaba de pie en la pizarra mirándome fijamente.
—Señor Bieber, sabe perfectamente que no puede aparecer en mi clase media hora después de haber comenzado.
—¡Oh!, vamos Rory, lo siento men –sonreí, haciendo el recorrido por las mesas hasta llegar a la mía para después terminar sentándome en ella.
—Para usted, jovencito, soy Don Anthony.
—Claro, Anthony. -Reí a carcajadas mientras mi grupo reía y el de Amber también.
—Debería tener un poco de respeto, soy quien le califico y podría suspenderle la asignatura.
—Los dos sabemos que no lo haría.
Mirándolo seriamente, puse mi mochila encima de la mesa. Oí como Rory suspiraba pesadamente siguiendo con la clase. Miré al frente esperando a que pasara la hora mientras todo el mundo cogía apuntes. No hacía falta que yo los cogiera ya que los tenía gratuitamente. Solo tenía que coquetear con alguna cerebrito y listo.
—¡Hey!, tío, ¿has visto a la nueva? -susurró Derek señalando a la misma chica con la que me había topado en secretaria-. Mirándola me fije que tenía buen perfil y un buen cuerpo.
—¿Alguien puede decirme cual es la tesis que se ha aceptado del cuadro de la Mona Lisa? -preguntó Rory, en eso, solo una mano se levantó y era precisamente de la chica nueva. Rory le señaló dándole permiso para que hablara.
—Bueno…se…se dice que la modelo fue la esposa de Francesco Bartolomeo del Giocondo, su nombre era Lisa Gherardini -dijo el nombre en un perfecto acento italiano.
—Muy bien señorita Johnson pero ¿sabría decirme que técnica utilizó Da Vinci.
—Utilizó la técnica del sfumato, que consiste en prescindir de los contornos precisos y cambiarlos a una especie de niebla que difumina los perfiles.
—Excelente. -Rory sonrió asintiendo y yo, me quedé estupefacto por la gran capacidad mental de la chica. Se notaba que era una gran cerebrito.
—¿Has visto la cerebrito esta? ¡Dios!, tengo que tirármela, así me dejará copiarme en los exámenes -comenzó a decir Derek terminando por reírse suavemente. Lo miré serio y no pude resistirme, así que le pequé una colleja en la nuca.
—¡Joder, men!, ¿por qué me has pegado? -susurró tocándose la parte en la que le había pegado.
—Ni se te ocurra acercarte a ella, esa chica es cosa mía. -Gruñí seriamente mandando dagas a los ojos de Derek. Volví mi mirada hacia el cuerpo de la chica y me mordí el labio.
“Pronto serás mía, pequeña, pronto”
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On 16:30:00 by MARÍA SERRALBA in MITCHIE SPACE 2 comentarios
Poco después de haber contestado el mensaje,
la puerta de la clase se abrió. Miré por encima de la pantalla de mi ordenador y
vi a un chico de tez morena y pelo oscuro.
—Hola…, disculpa, ¿es esta la clase de
Literatura Universal? -Preguntó desde la puerta.
—Sí, es esta -le sonreí amistosamente mientras acompañaba
el sí con el movimiento de mi cabeza.
—¡Gracias a Dios!, llevo siglos buscándola.
-Me sonrío tiernamente subiendo las escaleras hasta un piso más bajo que yo,
casi a mi altura.
—No te preocupes, no eres el único -le sonreí
en respuesta volviendo mi vista al ordenador.
—Por cierto, soy Connor.
Al escuchar su nombre, volví mi mirada hacia
el, viendo que había estirado su mano con la intención de saludarme de manera
formal. Se la cogí respondiendo a su saludo.
—Encantada Connor -hice una pequeña pausa-, soy Marie.
—Encantado Marie –me sonrió retirando su mano
después de nuestro pequeño apretón-. Como verás, soy nuevo y me preguntaba si
podrías enseñarme un poco esto y decirme donde están las clase; a la secretaría
no le quedaban más planos de la Universidad.
—¡Oh!, pues yo también soy nueva –me reí
suave apoyando mis codos en la mesa-, pero no te preocupes por eso, yo tengo
uno, ¿podríamos compartirlo?
—Me paree una idea increíble.
—Pues… trato hecho, en la próxima clase nos
vamos juntos.
En ese momento la campana comenzó a sonar
dando por finalizado el tiempo de descanso para algunos alumnos. La clase comenzó
a llenarse de personas que se sentaron diseminados por el aula.
A los pocos minutos, un hombre mayor, vestido
de manera formal, entro llevando consigo un pequeño maletín. Lo puso en la
mesa, y se giró para borrar lo que había escrito en la pizarra el profesor de la
clase anterior y en su lugar, escribió en letras mayúsculas:
“Die leiden des
jungen Werther” ("Las
desventuras del joven Werther" de Johann Wolfgang von Goethe.
Cuando el profesor se dio la vuelta, todo el
mundo calló, instante que éste aprovechó para observarnos por encima de sus
gafas de culo de vaso.
—Hola a todos, soy el profesor Joseph Ford.
Algunos me conocéis como el loco de la biblioteca –cuando dijo eso, toda la
clase comenzó a carcajearse-. Oh, tal vez, la rata que escupe libros allá donde
va –sin poder evitarlo, yo también me reí en voz baja mientras lo observaba
detenidamente-. Estáis en la clase de literatura Universal…, sí, chicos, literatura, así que quien no le guste
leer o venga a mi clase a pasar el rato, mejor que se dedique a algo mucho mejor.
Todo el mundo se quedó en silencio escuchando
cada palabra que salía de su boca, aunque yo llegué a captar una leve sonrisa
que salía de la nada.
—Bueno… vamos a empezar por una gran novela,
que para mi gusto, es una de las mejores de nuestro tiempo -hizo una pequeña
pausa mirando a toda la clase.- ¿Alguien puede decirme de qué trata la novela?
Todos empezaron a mirarse unos a otros a ver
si alguien hablaba. Miré a ambos lados, incomoda por tanto silencio. Giré mi
mirada hacía el profesor, y de repente, él me señalo con el dedo.
—¡Usted!
—¿Yo? –susurré muy bajo señalándome a mí
misma con el dedo.
—Sí, usted, dígame señorita…. -se calló de
repente esperando que yo completara mi nombre.
—Marie Portman -respondí.
—Señorita Portman, ¿podría decirme de qué
trata el libro? Espero que lo haya leído.
—Sí… -Tragué saliva nerviosa sintiendo la
mirada de la gente sobre mí-. Trata sobre un hombre, Werther, un joven artista
que huye de su ciudad en busca la liberación. Llega a un pequeño pueblo “Walheim” y allí se enamora perdidamente de Carlota, una chica realmente sencilla.
El libro relata las cartas que manda Werther a su amigo Guillermo sobre todas
las vivencias que tiene en el pueblo.
—Muy bien señorita, ahora díganos su opinión
personal. ¿Qué piensa usted sobre el libro y lo que representa?
—En mi opinión y viendo la época en la cual se
desarrolló, pienso que es muy triste y a la vez realista. Quiero decir, el
romanticismo se basa en ello, el amor no correspondido, y aunque sinceramente
no me gustan los finales tristes, hay que admitir que la mentalidad de los
románticos es muy suicida en algunos casos muy extremos.
—Cierto, pero si Werther no se hubiera
enamorado de Carlota nada de esto hubiera pasado -replicó una voz atrás mía,
así que me giré para saber de quién era esa voz masculina.
“¿Qué estaba haciendo él aquí?”, me dije a mi
misma viendo como Justin me miraba fijamente mientras continuaba hablando.
—Como él dice en la obra, al principio sabía
en lo que se metía cuando no quiso dejar escapar a Carlota. Podía simplemente
haberla olvidado y vivir la vida.
—Sí, pero él fue fiel a sus ideas; cuando te
enamoras haces cosas que ni tú mismo piensas que puedes hacer -le respondí sosteniendo
su mirada, lo cual provocó que una sonrisa apareciera en su rostro.
—Vaya, vaya, me parece que se ha iniciado un
debate -dijo el profesor animado.
—El amor no dura toda la vida, cerebrito;
deberías saberlo. Yo personalmente pienso que lo que sentía Werther por Carlota
era solo una obsesión por algo que le era imposible.
—En eso te doy toda la razón, era un amor
imposible. Werther hizo todo lo posible por olvidarse de ella, acaso, ¿no
recuerdas cuando se fue a trabajar con el ministro? La dejo porque sabía que
Alberto y Carlota eran felices. Pero a veces, el amor, cuando es verdadero, te
es difícil olvidarlo. Lo que hizo Werther fue elegir el camino más fácil, pero
sin duda quitarse la vida por miedo a quitar la de sus amigos me pareció muy
noble.
—Entonces… si estuvieras enamorado de una
persona y esa es feliz con otra, ¿te quitarías la vida solo por miedo a hacerles
daño?
—No, claro que no. Como dije, no estoy de
acuerdo con lo que el personaje hizo, pero sin duda no voy a juzgarlo. Fue su
vida, él decidió lo que creía mejor para todos.
—Pues yo sigo pensando lo mismo, podría
haberse ahorrado el drama de suicidarse y vivir la vida como todo hombre. Irse
de putas y beber hasta el día siguiente –tras el comentario, no tardaron en
escucharse las risas por toda la clase, aunque yo, negué con la cabeza mientras
le miraba.
—Si supieras el verdadero significado de
amar, ten por seguro que no dirías eso –acto seguido, me callé y me giré para
mirar al profesor.
—¿Me estás diciendo que si me enamorara
cambiaría de opinión?
—Estoy diciendo que no todo en esta vida es
follar con una chica cada noche y emborracharte hasta perder el conocimiento.
—Bueno, chicos, creo que ya está bien, el
tema del debate está saliendo del contexto de la novela. –Mientras oía al profe, notaba la mirada de
Justin sobre mi espalda-. Los demás, ¿qué pensáis de lo que vuestros compañeros
han dicho? ¿Quién está a favor de la opinión de Marie y quién está del lado de
Justin y por qué?
Nada de lo que se decía tenía ya importancia
para mí, hacía minutos que había perdido el hilo de la clase pensando en la
conversación que habíamos tenido Justin y yo hacía unos segundos. En eso que escuché
como el timbre de la clase tintineaba, señal de que la clase había concluido.
Recogí mi ordenador y el archivador metiendo ambas cosas en la mochila.
—Yo estoy contigo, me refiero a lo que has
dicho sobre el libro de Goethe –escuché decir a Connor. Levanté mi mirada y le
sonreí.
—Gracias -le volví a sonreí. Levantándome de
la silla, bajé por las escaleras y le esperé.
—Sin duda te llevas todos los puntos en este
gran debate –me comentó, cosa que hizo que nos riéramos mientras salíamos de la
clase.
—¿Qué clase te toca ahora?
—Me toca ciencias políticas, ¿y a ti?
—Psicología. –Mirando el plano de la
Universidad, le indiqué-. Mira, ahora estamos aquí y ahí, está la clase donde
has de ir ahora –le señalé en el plano ambos puntos-. Si quieres te acompaño ya
que me pilla de camino.
Sin esperar su respuesta, comenzamos a andar
en silencio por los pasillos.
—Y dime, Maríe… ¿eres de por aquí?
—No. Nací en Nueva York pero a la edad de 10
años me mudé aquí con mis hermanos y mis padres.
—¡Oh!, vaya, con que tienes hermanos, eso es
asombroso. –Su comentario insípido me hizo sonreír, aunque seguí mirando al
frente.
—Sí, bueno, supongo que como mucha gente,
aunque… últimamente no los veo mucho.
—Siento oírte decir eso –me susurró con un
tono de voz apenado, lo cual me hizo levantar la vista y mirarle.
—Tranquilo, pero estoy bien –le sonreí de
nuevo parándome en su clase-. Bueno, ya hemos llegado, aquí he de dejarte. Que
tengas un lindo día.
Tras despedirme, me dirigí hacia mi clase.
Entré en ella y me centré en escuchar atentamente al profesor. Al terminar la
clase, recogí mis cosas y me fui hacia la sala de estudio. ¡Por fin! había
terminado mi primer día de clase. Comencé a andar tranquilamente por los
pasillos de la Universidad, observando a la gente emocionada, corriendo y
hablando entre ellos. Empecé a esquivar a la gente del pasillo intentando
llegar cuanto antes a la puerta de entrada mientras pensaba que no terminaba de
entender la manía que tenía la gente de ponerse en medio del pasillo a hablar
con otras personas. “Poneros a un lado para que la gente que tiene prisa pueda
caminar sin estar esquivando a todo el mundo” –les grité para mis adentros.
Al fin salí de la Universidad y me encontré a
un lado de la puerta a Justin y a sus amigos fumando y riendo, así que pasé de
largo haciendo que sacaba las llaves de mi vieja camioneta para no tener que
intercambiar ningún tipo de saludo con ellos. Le di al botón de desbloquear,
puse la mochila en los asientos traseros y cerré la puerta mientras abría la
del pilotó. Me subí, me puse el cinturón y tras introducir la llave de
contacto, puse el vehículo en marcha, fue entonces cuando me fijé por última
vez en el grupo de Justin y que él me lanzaba una mirada furtiva, así que puse
la marcha y conduje fuera del estacionamiento a más velocidad de la que debía
hasta que logré salir a la carretera.
Justin Point Of View
Después de mi gran debate en la clase de
Literatura Universal con la cerebrito, no me la podía quitar de la mente.
“Vamos Justin, no me seas nenaza, men”. Mi yo
interior me recriminaba por pensar cosas buenas sobre la nueva.
—¡Hey!, men, mira quien viene por allí -dijo
Derek señalándome la puerta donde Marie salía, al tiempo que miraba hacia
nosotros durante un segundo para que nuestras miradas se conectaran. Echo que
me produjo el sentir un cosquilleo por todo mi cuerpo al ver sus ojos.
“Joder, Justin, ¿ahora resulta que piensas
como una chica, o qué?” Volvió a recriminarme mi cerebro, aunque lo negué con
la cabeza a ver si de esa forma me quitaba de encima aquellos absurdos pensamientos.
Me fijé como la chica subía a su camioneta,
la miré fijamente esperando a que se fuera, pero antes de eso, se volvió a
mirar hacia donde yo estaba.
—Chicos, nos vemos luego, ¿va? – les dije a
mis amigos, tras tirar el cigarrillo. Les di un apretón de manos y me puse mi
chaqueta de cuero.
—¿Se puede saber a dónde vas, bro? –Me gritó
Scoot intentando que lo escuchara.
—Tengo un asuntillo que hacer. Luego nos
vemos en el bar.
Encendí mi BMW, subí en él y salí del parking
yendo en la misma dirección hacia donde se había ido la feucha. Saqué el papel
del bolsillo y comprobé la dirección. Conduje con la música a tope hasta llegar
a mi destino, aparqué justo a un lado de la calle. Me fijé bien en cómo, la
nueva, entraba a lo que parecía un hospital. Me bajé del coche cruzando la
calle hasta pasar al otro lado y me fijé en un cartel que había justo a mi
derecha.
CENTRO DE REHABILITACIÓN DAFO
FUNDADA EN 1996 POR EL DOCTOR WILSON
“Vaya con la cerebrito, al parecer no es tan
santa como parece”. Una sonrisa cínica apareció en mi rostro.
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«La fuerza inagotable que anida en mi interior, es la fuente de la que se nutre mi perseverancia por ver hecho realidad mi único deseo». Leimotiv de ©María Serralba
«Todo en la vida se puede llegar a lograr, tan solo es cuestión de TIEMPO, de DESEO, de ESFUERZO y siempre dotándolo con una generosa dosis de mucho AMOR». Da tiempo al Amor ©María Serralba
«Cuando la mente y el cuerpo están en perfecta sintonía, el ser humano es capaz de todo, y cuando esto no es así entonces... se puede esperar cualquier cosa de él». A la sombra de tu piel ©María Serralba
«En un mundo donde todo es sentimiento el sexo que tenga este carecerá de importancia». El Dios del faro ©María Serralba
«Todo el que se ensalza será humillado y el que se humille será ensalzado...». La estrella púrpura ©María Serralba
«Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro a mitad del camino». ©Sigmud Freud
«Sin los escritores, aun los actos más laudables son de un día». ©José Augusto Trinidad Martínez (Azorín)
«Un autor de historias fingidas escribe el libro que quiere leer y que no encuentra en ninguna parte». ©Augusto Roa Bastos
«Existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad o la energía atómica y es, la voluntad». ©Albert Einstein
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