jueves, 19 de enero de 2012
De nuevo amigos os presento otro "templo de la lectura". En esta ocasión nos desplazamos a la ciudad de Buenos Aires para entrar en un teatro remodelado donde se da cabida a una de las librerías más bellas del Mundo, la LIBRERIA EL ATENEO.
Los encargados de hacer las obras de remodelación, consideraron oportuno conservar los palcos y butacas originales a fin de darle al ambiente mayor realismo y glamour, y os puedo asegurar que lo consiguieron, no hay más que ver las instantáneas que se acompañan.
En una edificación del año 1919, la Librería EL ATENEO ofrece a lo cientos de curiosos que a diario van a visitarla, una de las sensaciones más gratificantes a la hora de leer un libro y que no es otra, que poder hacerlo sentados en la intimidad de uno de sus palcos y arrellanado en una aterciopelada butaca de primera fila, o bien, disfrutar un sabroso café en la improvisada cafetería y zona de lectura que hace las veces el ámplio escenario arropado por sus cortinajes rojo carmesí.
Hoy voy a presentaros a la Librería MOLIST de la ciudad de La Coruña la cual ha respondido amablemente a mi propuesta de dar a conocer las LIBRERÍAS CON ENCANTO.
Su establecimiento, podríamos perfectamente confundirlo con la ante sala de nuestro hogar; igual de acogedor y conformistas, lo cual le hace tener un sello de identidad propio. En su interior nadie se ve presionado por nada, ya que el único objetivo que se pretende es dar cabida a todas las mentes inquietas o dicho de otra manera, intrépidos lectores en busca de algo nuevo que les embauque el intelecto.
En su minucioso catálogo podemos encontrar ejemplares de todo tipo, así como participar en su "Club de lectura", pero mejor que sea Mercedes Molist, su propietaria, la que nos explique con sus propias palabras lo que tiene Librería MOLIST que la hace tan especial.
Hola María, disculpa no haberos escrito antes pero es que ando a cien. Respondiendo brevemente a tu pregunta te diré, que especialistas somos en literatura general tanto para adultos como juvenil. Tenemos también una gran sección de literatura infantil, ya que pensamos que los pequeños lectores de hoy son los grandes lectores adultos de mañana.
Los libros de historia, no de novela histórica, que igualmente trabajamos, tienen también lugar de honor en nuestras estanterías. Sobre todo historia antigua y de España, así como de las dos grandes guerras.
En general tenemos un poco de todo y si no disponemos de lo que nos preguntan, lo conseguimos.
Tal vez como curiosidad si que tenemos algo que no tienen otras librerías de la zona: libros antiguos y descatalogados.
Por ejemplo disponemos de parte de la colección Crisolín, de editorial Aguilar; diminutos libros editados en piel y papel biblia de clásicos de todos los tiempos.
No tan pequeños pero no por eso menos importantes, hay una sección de libros que datan de 1910 en adelante, de temas varios.
Los libros de historia, no de novela histórica, que igualmente trabajamos, tienen también lugar de honor en nuestras estanterías. Sobre todo historia antigua y de España, así como de las dos grandes guerras.
En general tenemos un poco de todo y si no disponemos de lo que nos preguntan, lo conseguimos.
Tal vez como curiosidad si que tenemos algo que no tienen otras librerías de la zona: libros antiguos y descatalogados.
Por ejemplo disponemos de parte de la colección Crisolín, de editorial Aguilar; diminutos libros editados en piel y papel biblia de clásicos de todos los tiempos.
No tan pequeños pero no por eso menos importantes, hay una sección de libros que datan de 1910 en adelante, de temas varios.
Muchas gracias y recibe un abrazo. Mercedes Molist
Avda. de Buenos Aires 5-6 bajo. Zona Riazor. La Coruña. España.
Tf: 981266494 libreriamolist@gma
Gracias amigos por vuestra colaboración y quedáis emplazados en nuestra reseña de LIBRERÍAS CON ENCANTO DEL MUNDO.
martes, 17 de enero de 2012
Hoy, que todavía en mi mente retengo el recuerdo de la infancia, quiero contarles una historia que, muy a mi pesar, jamás halló la luz, ni fue contada.
Tendría no más de quince años, cuando inicié mi andadura sin coraza por el tierno camino del amor.
Osado, viril y sin tardanza, me lancé como pez que anhela el agua embravecida al encuentro de doncella que me amara.
Mis pasos, decididos y altaneros, se empezaron a parar cada mañana delante de la verja de un colegio, el mismo, que servía de centro de enseñanza a niñas malcriadas sin provecho.
Hasta los mismos pájaros supieron que, al instante de observar su rostro bello sonreír a la luz del medio día, me vi hincando las rodillas en el suelo, e implorando con fervor que no tenía que surtieran efecto mis plegarias y, que aquella dulce niña mía, me ofreciera su tesoro sin tardanza.
Durante meses los vecinos de la aldea me vieron deambular entre los campos, recogiendo afanoso flores frescas que en mi entorno una bella y florida primavera había esparcido con su manto.
Un anciano del pueblo, un buen día, al verme recogiendo las migajas que el esquivo afecto de esta niña me dejaba cada día en mi hogaza, me dijo con voz profunda y confiada:
-Yo, de ti, muchacho, huiría. La doncella que tus ojos atesoran, y tu cuerpo arremolina cual tormenta a los árboles sus hojas, tiene dueño.
Haciendo caso omiso a sus palabras, tomé el camino de otro pueblo, allí tampoco conocían ni su nombre, aunque todos recordaban muy risueños sus trenzas de cabellos azabache y las cintas que, con lazos de colores, se enlazaban con el suave terciopelo.
Con mi afán de encontrar algún ser vivo que diese respuestas a mis preguntas, anduve bosque adentró, en la penumbra, hasta ver ante mí, casi en ruinas, una casa mostrarse semi oculta.
Toqué a su puerta desconchada en espera de que alguien respondiera, y un sonido sordo de pisadas se oyó al instante tras de ella.
- ¿Quién anda ahí? ¿Quién llama?
La desgana con que fueron pronunciadas las palabras emitidas en susurros, ocultó un timbre de voz casi aniñado, y un rostro sin nombre semi oculto.
Tras el leve sonido de un cerrojo la puerta inició su recorrido, abriéndose ante mí con cierto asombro, el mismo, que en mi rostro fue bruñido, al ver que una dulce y tierna niña sonreía danzando sin decoro sobre el piso.
-¿A quién buscas?
Formuló, entre risas y un resuello, mientras brazos y miradas me esquivaban, y su cuerpo y su talle se elevaba iniciando otro giro de su cuerpo.
Al hablarme, su iris me clavaba, y noté que, sin miedo y sin templanza, esperó, tomándose su tiempo con desgana para ver al sujeto que increpaba.
-A tu hermana -le respondí con atino y con esfuerzo-, la de trenzas de azabache y terciopelos.
-Yo, no tengo hermanas que me cuiden -respondió.
-Entonces... la niña de mis sueños. La que a veces sobrevive en mi memoria y transforma mi vida en un infierno, ¿quién es?
-Quién sabe. Quizás ¿tu hada de lo sueños? La misma que un día invocabas y pediste que, a cambio de tu alma, mantuviese en tu memoria los amores perdidos de tu infancia.
Nada más escuchar su triste cita, me alejé cual corcel a mi morada, donde el cielo de textura algodonada luce libre y reluciente entre colinas.
Mi rostro, de semblante envejecido, se refleja en la patina de un espejo, y mis ojos, a pesar de mis desvelos, todavía rebuscan sin sosiego cicatrices de amor y sufrimiento donde, antaño, solo hubo terciopelos.
El espacio que cubriese ya lejano por un pecho recio, joven y fornido, ahora, luce tedio, triste y malherido, a la espera que otro bello ser medio aniñado, cubra plácido el agujero despoblado de este cálido morir sin ser querido y sentirse despechado.
©María Serralba
domingo, 15 de enero de 2012
On 11:35:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
Sinuoso, cual camino que zigzaguea entre piedras, te encontraste hoy conmigo, parando de un solo tino el reloj de mi existencia.
Tus anillos de Saturno envolvieron con su arena la silueta temblorosa que, sabiéndose tu presa, se arrodillaba ante ti, implorando tu clemencia.
— ¿Por qué me creas tormento? -Te susurré en la penumbra, escuchando sin cesar como tu leve tic tac no cesaba de cambiar los minutos por las horas.
Creyendo verte dudar al transmitir tu respuesta, me permití respirar y alzando bien la cabeza ya te pude contemplar. Lo que vi me sorprendió: en tu rostro de muñeca, tu desdicha y mi condena caminaban de la par como cuerpos de sirenas.
“No rechaces tu destino”, te advertí en un susurro, al tiempo que nubes negras teñían tu suave mundo.
De la noche a la mañana decidiste por los dos, sabiendo que en un segundo, el filo de la guadaña se movería certero hasta alcanzar mi silueta que seguía allí creciendo.
Con las rodillas hincadas en el rudo y frio suelo, te encomendaste a los santos que aparecían expuestos en un viejo pedestal de la iglesia de tu pueblo.
Tu voz, aun aniñada, se elevó hasta los cielos aclamando que, el pecado, se esfumara cual incienso y que aquella agonía pasará sin tu saberlo.
El silencio se rompió con los llantos de sosiego que empezaron a emanar de tus ojos lastimeros. Tu cuerpo, estremecido al notar mis movimientos, me permitió deslizarme hasta encajar en el hueco donde vería la luz sobre aquel bendito suelo.
La vida había ganado de nuevo su limpio juego, despejando tus temores de verte sola ante aquello.
"Un hijo es un milagro - se oyó decir desde el cielo-, y si Dios te ha escogido y tu dijiste sí a ello, sea pues el mismo Dios quien vele hoy de tus sueños, que tú su madre lo harás, con el alma, con el cuerpo y el aire de tus pulmones que te sustenta el aliento".
María Serralba
On 11:34:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
Querida Rosalín, amada mía, con pesar y con desgarro hoy te escribo tras la suave celosía que me ofrece mi velo de novia.
Dicen, que me ven bella, que el tocado de mi pelo favorece la pálida apariencia de mi rostro, pero mis ojos, almas gemelas de los tuyos, ya no están vivos.
Dicen, que me ven bella, que el tocado de mi pelo favorece la pálida apariencia de mi rostro, pero mis ojos, almas gemelas de los tuyos, ya no están vivos.
He pasado todo el día de visitas, pleitesías y otros agasajos que requiere una joven y feliz desposada como yo, pero nadie excepto tú, sabe que trago en silencio esta agonía, que la máscara que envuelve hoy mi dicha es realmente lo que ellos quieren ver.
¿Por qué no he de ser tuya?, vida mía.
El nervioso jugueteo de mis dedos retorciendo los bordados de seda y el encaje del vestido, ya no me proporciona consuelo, sino más bien un grave desatino que temo que muy a mi pesar, de un momento a otro haga que caiga de bruces sin sentido.
Ya se escuchan los primero acordes de mi marcha, y dos toques en la puerta, del padrino -mi padre-, me indican que ya está todo listo; mi futuro marido ha ganado en una misma jugada mi fortuna y a mis padres, sus cartas, falsas lisonjas de amor hacia su hija e imaginarias posesiones.
¿Por qué no he de ser tuya?, amada mía.
El temor me estrangula la garganta bajo el collar de perlas que la envuelve, hace que mi pulso se acelere al coger con la mano el bello ramo.
¿Por qué no he de ser tuya?, amada mía.
El temor me estrangula la garganta bajo el collar de perlas que la envuelve, hace que mi pulso se acelere al coger con la mano el bello ramo.
Una última mirada a mi cuarto, donde dejo los despojos de una niña, me hacen acordarme de tu encargo: el lanzar por mi ventana, amada mía, una rosa amarilla de mi ramo.
Llegaré hasta el altar con paso suave, luciendo el candor en mi mirada y en el rostro, la pasión de adolescente de una joven e inocente desposada, aunque el cuerpo de mujer que hoy se mece bajo este corpiño con enaguas, prometa serte fiel hasta la muerte, mi querida Rosalín, mi bien, mi amada.
©María Serralba
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