MI EXPERIENCIA EN UNA FERIA DEL LIBRO

Durante finales del mes de Abril y principios del mes de Mayo, en algunas localidades de la geografía española se han llevado a cabo eventos donde la llamada, Feria del Libro, ha tenido un papel relevante, pero... ¿qué es exactamente una feria del libro?

¿Qué es una FERIA DEL LIBRO?

La mayoría tenemos una visión de las mismas muy particular. En un recinto o espacio delimitado, observamos que se secundan casetas, en hilera, a lo largo y ancho de avenidas, plazas o calles, y en su interior, editoriales representadas por sus autores, o librerías sin presencia física de estos, pero sí de las obras de los mismos, intentan a toda costa captar en cuestión de segundos la atención volátil de un lector que pasa junto a ellos, la mayoría de las veces con un deseo vago de adquisición de una obra, pero siempre lanzando una mirada furtiva al conjunto de publicaciones que se exponen en el interior de las casetas por si, entre ellas, hubiese alguna de excepción.

¿En qué se basan los lectores a la hora de adquirir una novela?

Durante estos días de feria he sido testigo de todo. Lectores que compraban compulsivamente las últimas novedades como si se tratase de coleccionar cromos de un álbum.

¿Los lectores son abducidos

por las campañas de marketing?

Lectores que, apostando a caballo ganador, merodeaban alrededor de la caseta a la espera de que la cola aminorase para, solo entonces, detenerse ante el afamado autor, poner ante sus narices la novela recién adquirida, o traída de casa, e interactúan con él con unas breves frases mientras que, el otro, estampaba su dedicatoria impersonal y practicada en serie en cientos de eventos. El broche final sería un selfie captando a toda prisa durante el tiempo que durase la dedicatoria y un, «no olvide decirme qué tal le pareció», por parte del autor, si su tiempo se lo permitía.

¿Influencia a los lectores el nombre de un autor reconocido a la hora de elegir una novela ?

También estaban los lectores que preguntaban por el nombre del autor, que les daba igual cómo se llamara la novela, pero, como tienen todo de él —te comentaban—, sea lo que sea lo que escriba este, seguro que sería bueno, aunque como sabéis, esa teoría no siempre es acertada.

Lectores que preguntaban por una temática en concreto, aunque el libro hubiese sido editado cien años atrás y, por último, llegamos a mis favoritos, los lectores que no se dejan encasillar ni manipular, que se acercan a tu caseta —aunque no te conozcan—, que consultan la sinopsis de tu novela y, aunque seas nobel, te preguntan, si hay algo que no entienden de ella y, si les dejas, hasta indagan sobre tu persona y cuándo nació en ti el deseo de ser escritor, incluso algunos, se declaran ante ti, escritores frustrados, viendo en ese breve diálogo, la posibilidad de consultar a un "compañero de letras" algunos matices del empedrado camino del escritor, pero... y la otra feria, la que no se ve, ¿alguien se ha parado alguna vez a preguntarse cómo es la otra cara de las Ferias del Libro?

¿Cómo es la OTRA CARA

de las Ferias del Libro?

Cuando digo, «la que no se ve», me estoy refiriendo a la de los autores. Al ir y venir de estos cargados de maletas, postres, trípodes y merchandising de una ciudad a otra, de una caseta a otra y, con suerte, de una editorial a otra.

Al igual que hay lectores para todos los gustos, también hay escritores para todos los gustos.

Están los que llegan con el tiempo justo para la hora de la firma, por lo general acompañados por miembros de la organización o editorial, verdaderos cajeros ambulantes de estas últimas, que acaparan la afluencia de público, y en los que, si te fijas bien, ves, tras toda esa pantalla comercial, a un trabajador a tiempo completo que ha tenido que hacer un kit-kat en su apartado creativo para producir, a cual abeja reina, para unos terceros; su recompensa, la admiración y veneración de sus lectores.

Luego, estamos todos los demás,

que no somos pocos.

Los que con lluvia, días festivos, sol abrasador y un larguísimo etcétera, no nos amilanamos en nuestro empeño de exponer, comentar, difundir y vender nuestras creaciones como si fuésemos auténticos y consagrados profesionales del sector inmobiliario.

Los que con pericia, audacia y arriesgando hasta el máximo, otean por el rabillo del ojo al compañero para captar nuevas técnicas de venta, sintiendo envidia sana y, de la otra, del que vende más ejemplares que tú, o los que aprovechan esos días, para establecer un vínculo de amistad-feria, que pueda abrirles nuevos terrenos dónde actuar.

Precisamente con algunos de estos "depredadores lingüísticos" —en el buen sentido de la palabra—, he tenido la gran oportunidad de coincidir en los días de firmas, a pesar del sol, la inesperada lluvia y un sin fin de contratiempos y experiencias, no todas buenas, no todas malas, pero, al fin y al cabo vivencias que te marcan y te hacen seguir avanzando en tu único empeño que es, escribir y hacerlo para un público anónimo que cada vez es más y más cercano.

Desde mi micro espacio, quiero dedicar este breve apunte a todos esos autores que tanto han sacrificado para hacer realidad un sueño; a los editores y personal de la organización de las ferias, por hacer posible que estas sigan teniendo visibilidad y atrayendo a un público que, de otra forma, sería difícil para ciertos escritores acceder a él y, por último, a los lectores, por tener siempre hambre de conocimiento y de savia nueva, lo que nos hace a locos de las letras como yo, tener el ingenio en un constante estado de ebullición, a fin de poder ofrecerles alguna novedad para la feria del año siguiente.

Tendría mucho más que narrar sombre "MI EXPERIENCIA EN UNA FERIA DEL LIBRO", y, como bien dice el refrán: «Quién más te quiere te hará llorar», aunque en nuestros caso, el de los escritores, habría que hacer un ligero cambio y decir: «Lo que más amamos nos hará sufrir», pero, hasta aquí, os he ofrecido lo que ya es sabido por casi todos y políticamente correcto, el resto, mejor lo dejaremos colgado en "la nube", ¿nos os parece?