Diario de ruta.- Haciendo un poco de turismo 1ª parte

Tras mi entrevista en RADIO AGUILAR, todavía disponía de bastantes horas por delante hasta el encuentro de la tarde, así que mi amiga Amalia me pregunto: «María, ¿de verdad tienes ganas de hacer turismo?», a lo cuál yo le respondí que sí, que me moría por ver todo aquello, la reacción de esta no se hizo esperar, una sonrisa pícara afloró a sus labios al tiempo que me invitaba a que pusiera el coche en marcha y siguiera sus indicaciones; después entendí el porqué de su sonrisa, todavía pienso que fui una inconsciente, ya que mi amiga era incombustible, pero esa cualidad, yo, las desconocía totalmente.

Entre una gran variedad de lugares, ella había elegido algunos que por sus características, sabía que a bote pronto me cautivarían, el primero de ellos fue el CAÑÓN DEL EBRO.

Nada más aproximarnos, ya vimos sobre un risco el llamado «beso de los camellos», una formación kárstica provocada por los efectos de la erosión que había realizado el agua a través de los tiempos, la cuál había ido modelando a su capricho, estos inhóspitos parajes de una gran belleza.

Y un poco más adelante llegamos a ORBANEJA DEL CASTILLO, un pueblecito de pocos habitantes dividido por un pequeño caudal de aguas color esmeralda, que llegado a un punto, descendían por la ladera de la montaña en una trepitosa cascada, hasta ir a parar al río Ebro.

Sí, efectivamente, yo soy ese puntito rojo que está sobre el agua, así podéis haceros una idea de lo inmensa que era esta cascada y lo peculiar del color de sus aguas, frescas y cristalinas.

Pero como en todo viaje, a cierta hora sentimos la necesidad de reponer fuerzas, algo indispensable si se lleva de guía turística a una amiga como la mía, que sabe meterse por todos los rincones, así que acudimos al pueblo de ORZALES, con su profesionalidad en el arte de la panadería y la confitería. Allí dimos rienda suelta a nuestros sentidos del gusto y del olfato, y nos deleitamos probando unas sabrosísimas pastas de mantequilla que sabían a Gloria.

Alejándonos de aquel hipnótico lugar, conduje bordeando el largo, ancho y caudaloso lago donde confluyen los deshielos de las montañas colindantes, hasta adentramos en otro tipo de paraje, más rural, más naturaleza, más... de todo.

En la siguiente fotografía, la que estoy con las vacas, podría hacerse alusión a la trillada pregunta de... ¿quién fue antes, si las vacas o yo?, pero mejor, omitamos los comentarios, ¿de acuerdo?... ¡jajaja! lo que sí he de deciros es que mis "amigas", me miraban con ojos dudosos, quizá por que el rojo de mi chaqueta les resultaba un tanto amenazador.

Otro alto en el camino nos hizo visitar el HOTEL BALNEARIO DE CORCONTE*** y su circuito termal.

En mi mente empezaron a configurarse escenas de otros tiempos, donde señoras con pamelas y vestidos de finas gasas y encajes, y señores de postín, se desplazaban por aquellas estancias con el glamour propio de la Belle Epoque.

Pocos sabrían que el origen del famoso balneario se debía a la indisposición de la salud de un podenco que, a punto de desfallecer, bebió en su día de estas curativas aguas. Desde el s. XIX está en funcionamiento y todavía sigue conservando tanto sus saludables cualidades,  como su decoración de antaño.

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Circuito Literario por Aguilar de Campoo, Arco y Aroma.