jueves, 5 de febrero de 2015
On 22:31:00 by María Serralba in ENTRE AMIGOS, Historias urbanas, InfoBlog, Ventana Cultural Sin comentarios
Hola amigos, seguro que os estaréis preguntando de qué va esta entrada, pues muy sencillo, hay ocasiones, en las que la vida te pone personas en tu camino. Unas veces es para que les ayudes y en otras, para que ellas te ayuden a ti, pues bien, en este caso creo que fue ambas cosas.
Muchos de vosotros conoceréis personalmente, o, por referencias, a Gloria Bruno Jover, una mujer encantadora y muy comprometida con todo lo relacionado a la cultura, pues bien, esta persona, además escribe estupendamente y no hace mucho, me consultaba sobre la posibilidad de presentar una de sus obras en Alicante.
—María, ¿querrías ser mi madrina literaria? —Me decía Gloria con rostro expectante hasta saber cuál sería mi respuesta.
—Por supuesto que sí, amiga, estaría encantada —le respondí sin más, ya que a mí también me hacía mucha ilusión realizar dicha labor.
Y a partir de ese instante el poder de la varita mágica del hada madrina, entusiasmada por ver ante ella un nuevo objetivo al que guiar, empezó a ejercer su efecto dominó. Podríamos decir que hablar sobre dicho tema fue el motivo principal de nuestro encuentro, pero entre cafés con leche y caracolas con pasas, todo se desvirtuó y terminamos en... ¡Japón!, sí, como lo lees. ¿Qué cómo es eso posible?, pues, si me lo permitís, os lo demostraré en un periquete, pero antes os seguiré contando.
Durante un buen rato estuvimos intercambiando información sobre cuál era nuestro parecer en cuanto a la mejor fecha para realizar dicho evento, así como el lugar, a qué público debería estar dirigido, el orden de intervención de los ponentes en la presentación, y un largo etcétera de detalles que suele llevar consigo este tipo de actos.
Centrándonos un poco más en nosotras, y en nuestras publicaciones, hicimos un rápido repaso a la situación actual del mercado editorial, las posibilidades que existen para escritoras como nosotras en este enrevesado mundo, y lo más importante de todo, de qué herramientas se está sirviendo el gobierno para potenciar la cultura entre los más pequeños, que a fin de cuentas, son el futuro.
Llegado a este punto, y en vista de que el tema podía alargarse una eternidad, decidimos darle carpetazo y Gloria, aprovechó para hacerme entrega de dos preciosos ejemplares dedicados de sus novelas, a modo de recuerdo de nuestro encuentro: "Monólogos de mujer" y "Haikús en tu mochila", lo cuál me hizo mucha ilusión, así que inmortalizamos el momento con estas profesionales instantáneas.
—María, y si en lugar de seguir charlando del tema, ¿me enseñas esa librería de la que tan bien me has hablado?
Y eso hicimos. Contra el frío y el viento, ambas nos encaminamos a la Librería Pynchón&Co. Una vez allí, estuvimos hablando con Telma Bonet, socia de la librería, ya que Manuel Asín, el propietario, estaba ocupado coordinando el club de lectura que casualmente estaban reunidos aquella tarde.
De la mano de Telma, encargada de coordinar las presentaciones, recibimos todo tipo de información de primera mano y, coincidencias del destino, nos ofreció la posibilidad de que Gloria, fuese la primera autora en inaugurar un bonito ciclo que tienen previsto poner en marcha en breve, y que encajaría a la perfección con la obra que ella representa. Dentro de muy poquito, también sus poesías estarían en esta preciosa estantería. La información referente a dicha acción os la trasladaremos a su debido tiempo.
Las inevitables fotos de recuerdo e intercambio de tarjetas de visita fueron, junto con la atención solícita de Telma, la magnífica impresión que nos llevamos de dicho establecimiento, aunque..., a Gloria, todavía le esperaba una sorpresa más.
Ya nos alejábamos del lugar, y ajena a lo que en breve experimentaría en mi compañía, mi buena amiga escritora seguía aferrada a mi brazo mientras me trasladaba su entusiasmo de ver que como todo se estaba poniendo de nuestra parte, y que en breve, podría ver cumplido su deseo, así que ensimismada con sus pensamientos, no se dio cuenta de, hacia donde nos llevaban nuestros pasos.
«Gloria. La niña dice que quiere hacerse una foto con el farolito japonés», le dije a mi distraída compañera, señalándole al mismo tiempo, el farolillo japonés que pendía de la puerta de un establecimiento, y la muñeca de la portada de su libro HAIKÚS EN TU MOCHILA.
Ella, sonrió, pensando que estaba gastándole una de tantas bromas, pero en esta ocasión era verdad, así que sin darle tiempo si quiera a que reaccionara, la metí de un empujón en el interior de un establecimiento a la orden de una simple indicación: "sígueme y déjate llevar". Y ella, sin rechistar, me siguió y se dejó llevar. Lo que no sabía Gloria era, que yo, hacía poco que había tenido el placer de visitar aquel lugar, y me encantó, así como el trato de su personal y la calidad del producto ofrecido, aunque me faltaba la justificación necesaria para poder seguir "investigando", pero esta llegó en forma de "Maiko de papel". El establecimiento víctima de nuestra incursión fue el Restaurante Japonés DAIKICHI.
«Gloria. La niña dice que quiere hacerse una foto con el farolito japonés», le dije a mi distraída compañera, señalándole al mismo tiempo, el farolillo japonés que pendía de la puerta de un establecimiento, y la muñeca de la portada de su libro HAIKÚS EN TU MOCHILA.
Ella, sonrió, pensando que estaba gastándole una de tantas bromas, pero en esta ocasión era verdad, así que sin darle tiempo si quiera a que reaccionara, la metí de un empujón en el interior de un establecimiento a la orden de una simple indicación: "sígueme y déjate llevar". Y ella, sin rechistar, me siguió y se dejó llevar. Lo que no sabía Gloria era, que yo, hacía poco que había tenido el placer de visitar aquel lugar, y me encantó, así como el trato de su personal y la calidad del producto ofrecido, aunque me faltaba la justificación necesaria para poder seguir "investigando", pero esta llegó en forma de "Maiko de papel". El establecimiento víctima de nuestra incursión fue el Restaurante Japonés DAIKICHI.
—Muy buenas y perdonen que les molestemos. Somos dos escritoras y mi amiga —les aclaré, señalándoles a Gloria, que todavía seguía parada tras de mí, casi en el mismo marco de la puerta, esperando mis indicaciones y, a su vez, expectante a de ver por dónde salía yo con mis ocurrencias, así que proseguí con mi introducción.
—Mi amiga ha escrito un precioso libro de Haikús que en breve presentará en Alicante —les indiqué, mostrándoles a su vez la simpática publicación de la portada del libro, hecho que a todos les hizo reaccionar con una expontánea sonrisa—. Nos preguntábamos, si cabría la posibilidad de que nos hiciéramos alguna foto en su local con el libro, así será como si «ella» estuviese en su hogar —les volví a comentar, señalándoles la imagen de la Maiko de la portada.
—Mi amiga ha escrito un precioso libro de Haikús que en breve presentará en Alicante —les indiqué, mostrándoles a su vez la simpática publicación de la portada del libro, hecho que a todos les hizo reaccionar con una expontánea sonrisa—. Nos preguntábamos, si cabría la posibilidad de que nos hiciéramos alguna foto en su local con el libro, así será como si «ella» estuviese en su hogar —les volví a comentar, señalándoles la imagen de la Maiko de la portada.
Con una atención absoluta, su propietario, el Sr. Meng, accedió gustoso a nuestra petición. A pesar de ser de nacionalidad china —según me aclaró, y el resto de personal eran japoneses—, allí todos nos entendimos a las mil maravillas. A partir de ese instante, el Restaurante Japonés Daikichi se convirtió en nuestro estudio fotográfico.
El Sr. Meng se dejó el plato que estaba cenando, para atendernos, detalle que le agradecimos in situ, y nos mostró el establecimiento, guiándonos a la zona donde se encontraba el logotipo de la firma de mayor dimensión. «Aquí es buen lugar para las fotos», nos aconsejó, y eso hicimos.
Mientras tomamos algunas instantáneas, aprovechamos para explicarle un poco más nuestra labor, y la razón de haber irrumpido precisamente en su establecimiento. Aproveché para felicitarle, ya que había observado su fanpage en Facebook con detenimiento y sabía, por algunos conocidos, de su buen hacer, así que pensé que aquel era un digno lugar para que nuestra «Maiko de papel» se hiciese una foto de recuerdo, aunque al final, tal como podréis comprobar, terminamos haciéndole fotos al cocinero, al pinche, al camarero, a la ayudante de cocina y a otro ayudante más, aunque el cocinero que está junto a mí en la foto, nos costó lo suyo hacer que saliera de su territorio...¡jajaja!
El Sr. Meng se dejó el plato que estaba cenando, para atendernos, detalle que le agradecimos in situ, y nos mostró el establecimiento, guiándonos a la zona donde se encontraba el logotipo de la firma de mayor dimensión. «Aquí es buen lugar para las fotos», nos aconsejó, y eso hicimos.
Mientras tomamos algunas instantáneas, aprovechamos para explicarle un poco más nuestra labor, y la razón de haber irrumpido precisamente en su establecimiento. Aproveché para felicitarle, ya que había observado su fanpage en Facebook con detenimiento y sabía, por algunos conocidos, de su buen hacer, así que pensé que aquel era un digno lugar para que nuestra «Maiko de papel» se hiciese una foto de recuerdo, aunque al final, tal como podréis comprobar, terminamos haciéndole fotos al cocinero, al pinche, al camarero, a la ayudante de cocina y a otro ayudante más, aunque el cocinero que está junto a mí en la foto, nos costó lo suyo hacer que saliera de su territorio...¡jajaja!
Ahora entenderéis mejor el por qué del título que he puesto a este post "UNA TARDE GLORIOSA", pero es que fue espectacular, os lo puedo asegurar, aunque seguramente, después de la experiencia, mi nueva ahijada literaria no vuelva a dirigirme en su vida la palabra... ¡jajaja!
Desde este micro espacio, quiero enviar un afectuoso saludo y mi más sincero agradecimiento, a la Librería Pynchón&Co. (Telma y Manuel), y al Restaurante Japonés Daikichi, (Sr.Meng y equipo), por su amabilidad y comprensión.
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