PON UN "PI" EN TU VIDA

Hola amigos, quizá sea que el Otoño está colándose por los rincones, la cuestión es que me juega malas pasadas y me hace recrearme en temas que, a simple vista, parece que carezcan de importancia, pero que si los analizas detenidamente te das cuenta de que tienen sentido. Vayamos al tema de hoy, me refiero a la importancia de la palabra "PI" en nuestras vidas.

Si hacéis marcha atrás en vuestra memoria, seguro que recordaréis que la palabra "PI", al cuadrado, fue una de las primeras que se os enseñó en ese reducido vocabulario inicial de la lengua castellana junto con la de mama, papa, caca y gua gua. Esta expresión, por su simplicidad pero profundo significado, ha sido acogida también por vocabularios de otros países, llegando a tener una cobertura incluso de carácter internacional.

Volviendo a aquellos tiempos, recordemos que era fundamental anunciar con bastante antelación a tus mayores, la necesidad de hacer "pi-pi", si no querías llevarte la reprimenda por habértelo hecho encima, así que tras ese estoico adiestramiento, el día que conseguías hacerlo por ti mismo en el interior de ese orificio oscuro y tenebroso llamado wc que ¡al fin!, había logrado captar tu confianza, ese día te hacían una fiesta en casa por todo lo alto.

Pues bien, dejando la época del ¡Mama, pi-pi! a un lado, cuando crees que la palabra "PI" ya no la volverás a oír en tu vida, de repente, llega el día de tu cumpleaños y tus abuelos, llenos de felicidad, te regalan una preciosa jaulita con dos ejemplares de pájaros que revolotean nerviosos en su interior. Blancos como la nieve y con el pico rojo, me recuerdan a Caperucita Roja ¡Que bonitosss! Hasta ahí todo bien hasta que los escuchas piar, sí, ¡ojo!, he dicho piar, por que los "mandarines", que es como se llama esta variedad de ejemplares, no cantan, sino que pían, y no veáis cómo lo hacen, pero lo más chocante es que lo hacen de esta forma: "PI-PI-PI-PI-PI-PI....", así hasta el infinito y más allá o, hasta que se te revientan los tímpanos, son incansables, así que volvemos a darle la bienvenida al sonido PI en nuestras vidas.

Buscando una alternativas llego a la conclusión de que ir a la escuela es lo mejor, allí puedo perder un poco de vista a mis amigos alados, pero para eso, he de someter mis oídos al sonido molesto y repetitivo del despertador de mi mesilla de noche. Con su ¡pipi!, ¡pipi!, ¡pipi!, me saca en un plis-plas de mi encantador sueño y me vuelve a la cruda realidad.

Y llego a la escuela, y las bromas de los compañeros no tardan en bombardearme, mi primo les ha filtrado la noticia, pero no me importa, todo es soportable hasta que el profe de aritmética entra a clase. Hoy ha venido con ganas de que trabajemos y ha empezado escribiendo un signo y unos números en la pizarra que no tengo ni idea de lo que son. "¿Alguien de vosotros sabe qué significa esto?", nos ha preguntado sonriente, a sabiendas de que él, es el único que lo sabe. Cuando por fin nos ha desvelado el secreto, casi me caigo de la silla. Siguiendo el apretado calendario escolar, pretende enseñarnos en un día de dónde proviene la famosa fórmula de "PI", ahí es donde te das cuenta de que tu compañero es un empollón, que se sabe toda la progresión, y tú, no pasas del 3.1416 y dando gracias. Una vez más el "PI" maldito te persigue y no hace más que traerte complicaciones.

Y la vida continua y los "PI" siguen merodeando a tu alrededor como cuervos a la espera de su víctima, es así como empiezas a darte cuenta de que en tu mismo hogar estos te acosan, sin ir más lejos en tu cocina. Cuando la cafetera eléctrica ya ha extraído todo el café, te lo marca con tres pis prolongados: "piii-piii-piii". La lavadora, tras centrifugar, te indica con tres pis cortos "pi-pi-pi" que ya puedes abrirla para tender la ropa. Tu nevera te avisa con varios pis largos, que la has dejado abierta más tiempo del necesario. El horno te advierte con varios pis agudos, que ya ha alcanzado la temperatura idónea o, que ha terminado de hornear.

Si se te ocurre ponerte enfermo, el termómetro digital te indica con tres pis lentos que ya ha tomado tu temperatura, y si es cosa de tensión, un piiii largo te dice que ya ha captado tu tensión arterial y corto si se trata de tus pulsaciones. Menos mal que cuando llega la noche se hace el silencio... hasta que a las tres de la madrugada pasa el camión que recoge las basuras y como no podía ser de otra forma, para señalizar que está trabajando lo hace con un luz naranja parpadeante a la par que emite unos lentos y susurrantes pi-pi-pi-pi.

Si nos vamos al cine para relajarnos y desconectar de este acoso, nos encontramos con "La vida de PI", así que nuevamente estamos atrapados incluso en nuestras horas de asueto por esta palabra maldita, así que contemplamos la película con cara de pocos amigos mientras los otros te miran extrañados y se preguntan cómo siendo tan genial, con tantos efectos especiales y con una temática interesante, tu rostro sigue siendo el de un ceñudo gnomo. Tú, lo único que piensas es que con tanta fantasía el resultado es el mismo, hasta en "La vida de Pi" hay un "PI" como en la de todos lo demás.

Menos mal que están próximas las vacaciones y durante ellas podré desconectar -pienso-, así que elegimos varios destinos y nos decidimos por el de Lérida. El coche va hasta los topes con niños y maletas e iniciamos el viaje. Paisajes, cultura y un sin fin de recuerdos, una experiencia fabulosa hasta que a mi marido no se le ocurre otro lugar para parar y tomarse un café que en la localidad denominada Son del Pi, en la Baja Cerdeña, ¡maldición!, ya estamos de nuevo con el tema de marras.

En fin, como podéis observar, siempre hay un PI en nuestras vidas, seguro que en las vuestras los habrá también, así que resignación amigos, mucha resignación.