martes, 31 de diciembre de 2013
On 21:55:00 by MARÍA SERRALBA in Describiendo una imagen 1 comentario
MARÍA SERRALBA... Aceptó el reto y escribió.
— ¡Eh!, tú, zorra, ven aquí ahora mismo, ¿me
oyes?, no te he dado permiso para que te vayas todavía -le gritó Luis
mientras intentaba esquivar el muro que le suponía el cuerpo desnudo
de Javier para salir tras ella.
— Déjala ya. Creo que ya es suficiente
por hoy, ¿no te parece?, además, tú y yo tenemos todavía algo pendiente,
recuerdas...
De nuevo la voz melosa de Javier ejercía el poder
de un bálsamo en el temperamento de su encolerizado amigo, sabía que tenía
que ganar tiempo, fuera como fuese, para que Valeria pudiera recoger
algunas de sus pertenencias y al fin, desaparecer de sus vidas para siempre.
"Desaparecer de mi vida". Aquellas
palabras no podía asimilarlas, después de tanto tiempo, de tantas confidencias
compartidas, ¿cómo iba a afrontarlo? Haciendo marcha atrás en la memoria,
todavía recordaba las meteduras de pata en la etapa universitaria, y a una
muchacha dispuesta y estudiosa que siempre salía a su paso para ayudarle. Desde
el mismo instante que la vio, supo que estaba perdidamente enamorado de ella,
pero su timidez le hizo mantener el secreto, incluso cuando ella
le informara que había pensado contraer matrimonio con un socio de su padre,
por supuesto, por conveniencia, aunque en el fondo -según le confesaría un
tanto ruborizada-, también le atraía aquel hombre, a pesar de que en las tres
citas en las que había ido con su padre a conocerle y hablar un poco con él, sintió como si le absorbiera toda su voluntad tan solo con la mirada.
— ¿Estás segura del paso que vas a dar? -le
consultó Javier con cara de circunstancia, esperando con toda su alma que ella
le dijera que no, y así, volver al estado en el que se encontraba la relación
entre ellos, pero sus esperanzas se desvanecieron al instante cuando ella le
respondió.
— Sí. Creo que como dice mi padre, ya es
hora de que deje de actuar como una adolescente, además, él espera mucho de
este enlace y no puedo defraudarle.
— Pero eso no es justo, Valeria. Lo que tu padre
piense no has de tenerlo en cuenta, estamos hablando de tus sentimientos, de
compartir la cama con un hombre que ni siquiera sabes que pie calza.
—Lo sé, Javier, lo sé, pero yo no podría
defraudar a mi padre y mucho menos ahora, que parece que su salud no anda muy
bien, además, los entendidos en el amor dicen, que el enamoramiento no existe como tal, y que el amor es más bien un proceso que tenemos que ir trabajando día a día.
—¿Expertos?, ¿entendido?, todo eso son tonterías. Sabes que te tengo mucho cariño, que has sido la
mejor amiga que he tenido, por no decir la única, así que por todo eso, me
considero con la suficiente confianza como para pedirte de rodillas que, por favor,
no hagas esa locura, algo me dice que te arrepentirás toda la vida.
Aquel fue el único día que trataron el tema del
casamiento, acto seguido, ella empezó a excusarse con que tenía que concretar
los preparativos de la boda cada vez que él pretendía quedar para tomar una
copa, o dar un paseo por el parque, tal como solían hacer cuando alguno de los
dos necesitaba compartir con el otro sus preocupaciones. Valeria se le escapaba
de las manos -pensó Javier-, y lo malo es que él no sabía de qué forma
retenerla a su lado un poco más.
—¿No habías dicho que teníamos algo pendiente? -De
súbito, la voz de Luis sacó a Javier de sus pensamientos retornándolo a la realidad-. Pues
pongámonos a ellos, que dentro de media hora tengo que estar en el despacho
para una reunión importante y no puedo llegar tarde por gilipolleces como esta.
¡Ah!, y a ver si cambias de una vez ese gesto de amargado, si es por ella, ni te preocupes, mejor
olvidémosla, volverá cuando se quede sin dinero, ya lo verás, todas son
iguales.
Sujetando a Javier por el cuello, Luis se lo
llevó casi a rastras hasta la cama. Javier sabía que lo que iba a suceder a
continuación no tenía nada que ver con hacer el amor, eso, solo lo
había hecho una sola vez con Valeria, aunque ese día los dos estaban
ebrios y no contó como algo transcendental, más bien, como una consecuencia de
mezclar alcohol, una racha buena de resultados en los exámenes y hormonas con
ganas de pasárselo bien. A partir de ese día, la distancia prudente y el trato
cortés volvió a reinar entre ellos, nunca se repitió ni se habló más del
incidente, así que Valeria, dio por sentado que a su compañero, igual no le gustaban
mucho las mujeres o al menos de su tipo; qué equivocada que estaba.
De forma rápida, segura y sin titubeos, tal como
le gustaba a Luis, Javier hizo lo que el otro le fue pidiendo para nada
más terminar, ver como se metía en el baño y volvía a su rutina diaria,
dejándole allí tirado como una colilla a la que nadie prestaba atención, o como
mucho, a la que todo el mundo podía pisotear, pero ya no sentía nada, solo que Valeria
se había ido definitivamente de su vida y con ella, también su único amor.
JESÚS CORONADO... Aceptó el reto y escribió.
Mientras
Javier seguía lamentándose en silencio, Valeria ya estaba en la calle. Recogió
lo que pudo meter en aquella maleta con ruedas que tenía en lo alto del vestidor, la
misma con la que trajo sus escasas pertenencias cuando se instaló por primera
vez en esta casa. Era lo único que en aquellos momentos consideraba suyo. Sin apenas pensar en lo que iba metiendo en
ella de forma desordenada, las carcajadas
y exigencias de Luis saliendo de la que fue su habitación, sirviéndole
de acicate para salir de allí cuanto antes. Así que cerró la maleta y se marchó
a toda prisa con los gemidos de Luis penetrando como un alfiler ardiente en sus oídos hasta perforar los tímpanos, unos
gemidos que le produjeron arcadas que contuvo como pudo para no vomitar en las
escaleras.
Ni tan siquiera el frío aire que
sintió al abrir la puerta del zaguán le hizo volver a la realidad. Su mente, envuelta en una niebla
espesa y húmeda, apenas le dio margen para recordar cómo había llegado al lugar
donde ahora se encontraba. El agua caliente golpeándole la nuca fue lo primero
que sintió. Sentada, con las piernas encogidas,
las manos y la cabeza sobre sus rodillas, vestida, incapaz de recordar. Se limitó a quitarse la ropa mojada
y dejar que el agua y el jabón se llevaran la confusión y la rabia. Pero no se
ha inventado todavía agua y jabón que haga eso. Cerró el grifo de la ducha, se
envolvió en una toalla y salió del baño para enfrentarse con una habitación de
hotel barato envuelta en la tenue luz
que la lámpara de la mesilla de noche esparcía. Se acercó a la cama y dejó caer
su cuerpo sobre ella como si todo el cansancio del mundo se hubiera depositado
sobre sus espaldas. Y de repente… lloró. Lloró sin consuelo posible, hasta que
no le quedaron lágrimas que arrastraran
sus malas decisiones, solo un tremendo deseo de dormir sin sueños.
La luz del Sol se filtraba por los
agujeros de la persiana en líneas oblicuas ocupando toda la superficie de la
habitación. Valeria se encontró observando las motas de polvo suspendido que jugaban
a viajar a través de ellas, como si de un expreso a ninguna parte se tratara.
Dejó transcurrir unos minutos. Necesitaba ser consciente de donde se encontraba
y ordenar a su cuerpo que reaccionara. Se levantó y se dirigió al baño. Cuando
llegó frente al espejo, se encontró con un rostro de mujer que no podía ser el
suyo. Tenía los ojos enrojecidos e hinchados de tal manera que lo deformaban haciéndolo
irreconocible. Lo miró fijamente y los recuerdos acudieron agolpándose sobre su
frente como bolas de billar rebotando sobre las bandas de la mesa. Un
matrimonio de conveniencia con un hombre que nunca quiso, una vida llena de encuentros de ida y vuelta,
de amores de papel que dejaba pasar una y otra vez… Y de Javier, el único
hombre al que siempre amó. Y sin poder contener el calor que ascendía desde sus
entrañas, volvió a llorar. Pero estas
lágrimas eran distintas, eran lágrimas de rabia, de furia contenida que gritaban ¡basta ya! Se prometió
que Iban a ser las últimas.
—
“Volverá cuando se le acabe el dinero” ¡Maldito
cabrón! No te voy a dar ese gusto.
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«Todo en la vida se puede llegar a lograr, tan solo es cuestión de TIEMPO, de DESEO, de ESFUERZO y siempre dotándolo con una generosa dosis de mucho AMOR». Da tiempo al Amor ©María Serralba
«Cuando la mente y el cuerpo están en perfecta sintonía, el ser humano es capaz de todo, y cuando esto no es así entonces... se puede esperar cualquier cosa de él». A la sombra de tu piel ©María Serralba
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Como esta el tema!! Necesitó saber como sigue!!
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