domingo, 15 de septiembre de 2013
On 11:45:00 by MARÍA SERRALBA in Ventana Cultural 3 comentarios
Entre los amigos que siempre sorprenden con sus creaciones, ayer, tuve la gran suerte de coincidir con JESÚS CORONADO, un asesor fiscal que en sus horas libres se ilumina de ingenio y escribe cosas sorprendentes.
A este gran amigo y además lector de A LA SOMBRA DE TU PIEL, nada más terminar de leer su relato corto en el recital de PLACEM, le insistí en que me lo cediera para poderlo ofrecer a todos vosotros.
No sé el porqué, pero me vi subyugada a esta historia, quizá, porque hace mención al nombre de María o tal vez, porque verdaderamente es sublime, pero mejor, juzgad por vosotros mismos con que maestría ha combinado las palabras y los "acentos" para hacer de un simple relato algo difícil de superar.
Gracias Jesús por esta aportación tan original.
**********
MARÍA, EL ACENTO QUE QUERÍA SER TILDE
Me llamo María. Soy una tilde, pero no una tilde cualquiera, pues ya tengo una reputación en esto de acentuar. Nací en el seno de una familia numerosa con gran arraigo en el mundo de la ortografía. Recuerdo como mi madre, una coma amante de la familia, me inculcó el amor por las cosas sencillas. Y a mi padre, una diéresis respetada en el mundo de los rasgos ortográficos, que siempre me decía “para ser reconocida en este mundo debes intentar ser la mejor y para eso, la experiencia es lo primero. Así que, virgulilla, empieza marcando a esa "n” y ¡zás! la “n” se transformaba en una “ñ”, como si fuera Harry Potter.
Después de algún tiempo marcando enes, ¡Qué coñazo!, pasé a ser una tilde que marcaba las sílabas átonas, esas que se acentúan sin marcar, un gran misterio para mí por que estaba sin estar. Algo que todavía no entiendo bien, pero en fin, como decía mi padre, la veteranía es un grado y debía obedecer para adquirir la experiencia necesaria y subir en el escalafón de los rasgos ortográficos.
En mi siguiente trabajo me asignaron a un escritor, ¡vaya responsabilidad!, que me hacía trabajar poco. Era un desastre, casi no acentuaba nada, así que no tuve mas remedio que conseguir un pluriempleo en su procesador de textos corrigiendo sus despistes y así , al menos, conseguía aparecer en sus escritos. Fue en ese procesador donde conocí a mi marido, un punto y aparte con mucho porte y estilo, con el que terminé casándome y fundando una familia. Tuvimos un punto y seguido y una coma que siguen los pasos de su padre.
Y así pasaron los años, y mi experiencia y buen hacer me llevaron a encargarme de las palabras esdrújulas y las llanas, convirtiéndome en uno de los acentos mas reputados entre las sílabas tónicas. De hecho, era requerida por los grandes escritores, pues les ahorraba una pasta en correctores ortográficos.
Ahora, casi a punto de jubilarme, puedo permitirme elegir acentuar sólo palabras amables como ánimo, azúcar, café (me encanta su aroma por las mañanas), mágico, océano (como me relaja el sonido de sus olas), pero lo que realmente desearía para acabar mis días en esta profesión, sería conseguir que palabras como amistad, bondad, ternura, paz, solidaridad y amor, llevaran tilde. ¿Os imagináis una tilde en amor? Si la utilizáramos mas a menudo con los demás, el mundo sería un lugar mejor donde vivir.
Después de algún tiempo marcando enes, ¡Qué coñazo!, pasé a ser una tilde que marcaba las sílabas átonas, esas que se acentúan sin marcar, un gran misterio para mí por que estaba sin estar. Algo que todavía no entiendo bien, pero en fin, como decía mi padre, la veteranía es un grado y debía obedecer para adquirir la experiencia necesaria y subir en el escalafón de los rasgos ortográficos.
En mi siguiente trabajo me asignaron a un escritor, ¡vaya responsabilidad!, que me hacía trabajar poco. Era un desastre, casi no acentuaba nada, así que no tuve mas remedio que conseguir un pluriempleo en su procesador de textos corrigiendo sus despistes y así , al menos, conseguía aparecer en sus escritos. Fue en ese procesador donde conocí a mi marido, un punto y aparte con mucho porte y estilo, con el que terminé casándome y fundando una familia. Tuvimos un punto y seguido y una coma que siguen los pasos de su padre.
Y así pasaron los años, y mi experiencia y buen hacer me llevaron a encargarme de las palabras esdrújulas y las llanas, convirtiéndome en uno de los acentos mas reputados entre las sílabas tónicas. De hecho, era requerida por los grandes escritores, pues les ahorraba una pasta en correctores ortográficos.
Ahora, casi a punto de jubilarme, puedo permitirme elegir acentuar sólo palabras amables como ánimo, azúcar, café (me encanta su aroma por las mañanas), mágico, océano (como me relaja el sonido de sus olas), pero lo que realmente desearía para acabar mis días en esta profesión, sería conseguir que palabras como amistad, bondad, ternura, paz, solidaridad y amor, llevaran tilde. ¿Os imagináis una tilde en amor? Si la utilizáramos mas a menudo con los demás, el mundo sería un lugar mejor donde vivir.
Jesús Coronado 14/09/2013
¡¡ Sencillamente MAGISTAL !!
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Totalmente de acuerdo, sencillamente magistral. Gracias por compartirlo en tu blog. Yo compartiré este blog en mis redes.
ResponderEliminarMe alegra saber que ambos estamos de acuerdo, Sergio, quizás no tenga ojos para los brillantes, pero cuando veo una piedra en bruto, sé automáticamente que en un futuro no muy lejano llegará a ser preciosa, o hablando claro, cuando leo un texto y noto que mis sentidos se hacen partícipes de él, reconozco en su autor la esencia que todos buscamos en un buen escritor, en el caso de Jesús Coronado es así, aunque a él le cueste reconocerlo.
ResponderEliminarGracias Sergio por tu comentario y por compartir este blog en tus redes. María se lo merece. En cuanto a tí María, gracias por tus palabras y espero, sinceramente, que no falles en tu apreciación. Yo por mi parte, intentaré poner toda la carne en el asador. Gracias a los dos.
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