sábado, 14 de septiembre de 2013
On 17:35:00 by MARÍA SERRALBA in Historias urbanas 4 comentarios
Inmaculada Antolí Cardós |
Tras la reciente publicación en el micro espacio HISTORIAS URBANAS de mi "Aventura Zen en el mercado", nuestra amiga Inmaculada Antolí ha querido unirse al grupo de sufridores y compartir con todos nosotros su experiencia, la cual os transcribo a continuación:
<María, comparto tu experiencia. Antes cuando iba de compras incluso de médicos, me solía invadir una desesperación cuando esperaba mi turno y veía pasar el tiempo como si perdiera años de mi vida y aquello provocaba una sensación de que, cuando saliera otra vez al exterior seguir con mi rutina, ya se había esfumado un montón de oportunidades para poder hacer las cosas que tenia planificadas. A veces me resultaba muy agobiante porque con este simple acto de unos minutos había acumulado un estrés que me acompañaba durante todo el día y, además se me tejía en la mente una especie de tela de raña que entorpecía la actitud de poder reconducir y ordenar por criterios lo que me quedaba por hacer.
Después de sufrir muchas veces esta situación, decidí que tenía que enfocar el tema de diferente manera. Y, sí, empecé como tú, contando del 1 al 10. Después si todavía duraba la espera, conseguía relajarme evadiéndome de la circunstancia principal mirando un poco alrededor y, observando la gente, sus quehaceres, sus relaciones con los demás, sus idas y venidas, la mayoría llenas de prisas que entorpecían sus actos porque se les olvidaba el monedero en la parada que habían comprado, les caía al suelo la bolsa de la compra llena de productos frescos y miles de circunstancias similares que, de vez en cuando incluso me parecían un poco chistosas. De mi experiencia estresante y también de la que observé que tenemos la mayoría de la sociedad, deduje que era una realidad aquello que siempre se ha dicho "LAS PRISAS SON MALAS CONSEJERAS.."
Pues desde hace ya algunos años, me tomo la vida con una filosofía distinta y voy aplicando cada vez mas el tema "ZEN" en todo aquello que intuyo que me va a desbordar, como ejemplo te puedo decir que cuando voy de médicos y tengo por costumbre llevarme conmigo mi bolsa de ocio, en la que siempre llevo cuadernos de pasatiempos y alguna que otra pequeña labor, bien sea de ganchillo o alguna cosa así que no abulta mucho. Con ello, al centrar mi atención de diferente manera y al no estar pendiente del turno, el reloj, la gente que falta, que se va y vuelve y todos los malestares que supone la cola del médico, consigo relajarme y no desesperarme, evitando la acumulación de estrés. de hecho mi método, ha servido de referente para otras personas>.
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El tiempo hay que entretenerlo para que no nos supere y logre estresarnos, en los momentos en que vivimos que parece que corremos más que vivimos.
ResponderEliminarUna buena idea esa de llevar tu saquito o bolsita de ocio, donde sacar el instrumento adecuado a cada momento muerto del tiempo diario, ya sea en cita médica, cola en el banco, etc.
Lo importante es disfrutar cada minuto de nuestra existencia haciendo aquello que nos llena.
Un abrazo
Rosa.
Gracias por tu aportación, Rosa B.G. Eres bienvenida siempre que lo desees. Saludos.
EliminarPor problemas técnicos, transcribo un mensaje respuesta para ROSA B.G. a petición de Inmaculada Antolí.
ResponderEliminar.
Es verdad Rosa. Tal y como lo defines también lo pensé yo y por eso decidí cambiar el "chip" y, aprovechar esos momentos vacios que, al final han resultado ser, de alguna manera, los que más bien aprovecho porque hago alguna cosa que, a lo largo del dÍa la mayoría de veces no puedo hacer.
ResponderEliminarTambién tengo por costumbre llevarme mi bolsita de ocio al parque, cuando voy con mi nena, Laia. Ahí verdaderamente es donde me di cuenta que tenia un tiempo precios para mi que estaba dejando esfumar. Empecé con los pasatiempos y poco a poco fui llenando la bolsita de varias cositas así, según me apetece voy escogiendo una actividad u otra. Por casualidad, un día se me olvidó sacarla del coche y, al día siguiente con las prisas, esas que dejamos que nos invadan, y por pura inercia, cogí la bolsita como si me fuese al parque. Allí estaba yo en la consulta del médico paciente esperando mi turno, al rato, percibí que se me empezaba a contagiar el estrés de los demás pacientes y yo, con mi bolsita que no sabia donde meterla. Entonces, me dí cuenta que era un momento que también podía aprovechar. Así que, haciendo un pequeño esfuerzo para vencer al sentido del ridículo, miré que lleva dentro mi pequeño mundo de ocio y saqué un cuaderno de pasatiempos.
De esta manera, poco a poco he ido llenando esos pequeños momentos vacíos y que, hacen que me sienta un poco más llena porque he tenido mi momento el día exclusivo para mi. Algunos han pasado ser estresantes a ser relajados agradables, gratificantes y útiles. Saludos.